El diálogo no puede dejar de ser sincero, así el que propone un puente.
Es debido a que está muy diferenciado ya desde el inicio del concepto o de la categoría impuesta excluyente de lo que no es el inicio, así si solamente somos acogedores con lo que nos parece simpático seremos incapaces de conciliar cosas por un bien mayor y común; porque los interesés son de esas "almas de bronce" como llamaba Platón a los mercaderes o almas diferentes a los guardianes y al rey-filósofo que eran de plata y oro, respectivamente, frente a una búsqueda sincera de la Verdad y del Eidos más esencial para no perdernos en luchas terrenas y vacías de la mayor dimensión.
Así es que lo divino no es el homo mesura de Protágoras. que se ve invalidado por el Deus mesura platónico de las Leyes, porque el Viejo y sobre todo sabio Platón ya revisó sus propias teorías pero solamente al final de sus días el genial y colosal pensador del que muchas cosas le atribuimos pero son más las que le debemos, nos termina arrobando en dimensiones superiores a las del mortal de a pie... nosotros no poseemos esos brillos de las luminarias de los superiores y hacemos el echo que Schopenauer le atribuye a la cita platónica: de los bastardos como responsables de agonizar la más bellas de las cosas la relación ciudad-estado y el descrédito de la Filosofía como ese bastardo que no es mas amante porque no es del Sabio sino del buscador de saber ese filósofo, esa valor más allá que el poseer y no buscarle... porque caminamos sin alcanzar la meta... aspiramos, elevamos cosas porque no son esquivas y alejadas de toda terrenalidad práctica y fáctica...