Un Lirio y Una Rosa
Soy un niño de 13 años,
Cuentan que soy muy medido,
De un gusto muy peculiar,
Que a cualquiera puedo asombrar,
Porque soy muy decidido.
Hoy les voy a confesar,
Lo que en estos días ha sucedido,
Que nadie se me vaya a alarmar,
Mucho menos a espantar,
Porque soy solo un niño,
Que con la dicha de un talento,
Alguien me ha bendecido.
Soy de una isla del Caribe,
Los arboles crecen como los ríos,
Los ríos son como las flores,
A las flores le dicen lirios.
Las montañas tocan el sol,
Y en su ombligo bajan ríos,
Y parece el reflejo del cielo,
Como diciendo: “bienvenidos”.
En los pies de la prominencia,
A cinco leguas del río,
Allí se encuentran las casas,
Allí se encuentran los míos.
En mi pueblo los conozco a todos,
Desde el más tierno hasta el amarillo,
Y desde el más tonto hasta el más pillo.
Todo comenzó una mañana de primavera,
En el que iba a declarar mi amor,
Fui con un poema aprendido,
Y en el nido de mis manos, una flor.
Con el lirio de mis manos te comparé,
Te vestí de halagos de la cabeza a los pies,
Te recité mis poemas en verso y prosa, Y con el corazón en mi mano te di una rosa.
Tú respondiste: Eres un palomo por venir con rosas,
Los poemas son anticuados,
Dedícate a otra cosa.
Pisoteaste mi lirio y mi verso y mi prosa y mi corazón que floreció dentro de esa rosa.
Con un ave comparaste mi amor,
Me tiraste en un río de dolor,
Como si fuera cualquier cosa.
El que te miraba como mariposa
Y tu mirada de miel admiraba,
Mira como esta cruel le paga,
Posando en su pecho una daga,
De amargura y sinsabor.
No te preocupes mi amor,
Que aunque rías ahora,
Recuerda el tic tac del reloj,
Que a todos nos llega la hora.
Dormí despierto toda la noche,
Ideando un pequeño plan,
Hasta que vi el olor en el techo,
Era mi querido café con pan.
Mi escuela es una jaula,
Jaula de la cual quiero escapar,
Escapar para nunca más volver,
Que volver no me hagan jamás.
Hice una ilusión de ir para la jaula,
Por el camino la fui a esperar,
Sabía por dónde venía,
A ella, a ella la fui a esperar.
Mi amigo cuchillo y lima me acompañaban,
Rozándose esperaban atentos,
Anhelando que llegue momento,
Que había de acaecer.
De lejos pude ver y de cerca te pude tumbar y puse mis rodillas en tus manos.
Ahora te vengo a devolver,
La daga que me clavaste,
La que en mi pecho ayer dejaste,
Esa que enterraste como un tornillo,
Y le puse de nombre cuchillo,
Y te lo vengo a presentar.
En tu cuello te quiere besar,
Una linda marca dejar,
Hasta que brote ese color,
Del cual era del mismo mi flor,
Y con el mismo cariño humillaste.
No te preocupes mi amor,
Que aunque llores ahora,
Recuerda el tic tac del reloj,
Que a todos nos llega la hora.
Por cada verso de mis poemas,
Una cuchillada le incrusté
Y por último situé,
Sobre su boca un carmesí beso,
Que sabía a aderezo,
Igual que saben los lirios.
Ahora solo tengo 20 años,
Hablo sólo como un demente,
Porque ahora cuchillo siempre habla,
Y lo hace cada día en mi mente.