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No lo deseé, sólo apareció,
plácido delirio del alma.
No lo busqué,
me halló sin quererlo.
¡Eureka!
Clama a los dioses
conquistando tierras de mi 𝘱𝘴𝘪𝘲𝘶𝘦
¡Bravo!
Hemos sido dominados.
A mí llegó,
no miento,
por cuenta propia,
sedienta de lágrimas
y anhelando desvelos.
¡Cuán magnífica hazaña!
Su magia
que todo turba
me congela en el abismo,
y con pinzas
me guarda en un frasco
cual insecto en éter.
¡Brillante!
La cálida bruma que disuelve
y quema
y asfixia
y erradica la alegría como peste.
Yo no lo pedí,
tampoco sé de dónde vino,
pero me encontró.
Dominación perfecta.
Es mi serendipia,
que nada vale
y todo toma,
mas acuno en lamentos cual tesoro.
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