Por poder, puedo hablar de infinidad de temas que jamás se acabarían; el amor, las mentiras, el autocontrol, la simple autoestima...; y al igual que no podría terminar de hablar, podría decir que mis conocimientos sobre esos temas son inexistentes, así que, más que hablar de algo intentaré hablar de nada:
Como dijo Sócrates: “solo sé que no sé nada”,
la pregunta que me hago es: ¿La nada es algo?
solo sé que creo en cuentos de hadas,
pues creo en el final feliz
y en el camino del que salto,
como eterno aprendiz
de una vida que ve lejos la parada.
Una vez escuché que la felicidad reside en la ignorancia
de boca de un eterno ignorante;
lo tenía delante,
sufría el mal de la añoranza
del conocimiento, la fragancia;
el olor de la matanza
de su estupidez, siendo esta, su amada y amante.
A menudo, me cuestiono la experiencia de la inexperiencia,
llegando a la conclusión de que es la madre de cualquier ciencia,
solo sé que la segunda es la que poseo,
la primera se basa en mi obediencia,
no me llames Prometeo,
solo sé que las dos van con la paciencia.
En su momento escuché que el tiempo es el mejor cirujano,
que te quita los complejos
y no le tiembla el pulso,
que nos deja a todos perplejos;
pero créeme, yo cuando lo busco,
no lo encuentro ni de lejos,
y, sin embargo, cuando lo necesito, siempre está a mi lado.
Esto, lo que quiere decir no es más
que no hay que cometer el error de esperar
a que llegue el conocimiento,
ni tampoco hay que buscar.
Todo llega en su cierto momento,
aunque, digan que no hay mayor mal,
más que te miren como un tonto,
ya te digo: el tonto, es el pretende desafiar a su intelecto.