La certeza de hallarlo sugería una pausa inmediata,
un hecho inédito
Me volvía cada vez más constante y menos inconclusa
De todo aquel simulacro defectuoso que me asentaba
emergía una nueva yo,
clavada en el recuerdo de aquellos ojos desérticos
Viajé al abecedario de sus huellas para merecerlo despacio
bebí de encuentros improvisados
lo esperé secreta en lugares abundantes
toqué las horas
rompí la cuerda
y con él, el puente.