Siendo sincero, no podría explicar
con palabras lo de esta mañana,
aseguro que fue un sueño normal,
pero desperté viéndote a la cara.
Tú no me viste, ¿cómo habrías de verme?
Yo si te vi, claramente, entre el sopor,
estabas bella; bueno, desde luego, lo eres,
¿qué hacías allí? No sé, ¡eso me sorprendió!
Un poco loco estoy, estar así, me molesta,
ya se lo que soy capaz de hacer en tal estado,
puedo componer los mil y un versos y poemas,
por más que escriba y escriba, no me canso.
Así, no tengo noción de mundo, de tiempo y espacio,
se me van las horas y minutos en segundos,
así, solo importa…solo importa el verte sonreír,
la dulce melodía de tu voz o el rosa de tus labios,
No me gusta ser de este modo, ya estoy harto.
Mostrarme, tal cual soy, el niño que llevo dentro,
el no razona, no piensa, solo hace lo que viene en ganas,
es un malcriado, no aprende de los errores del pasado,
por eso lo había encarcelado en una prisión lejana.
La verdad, solo llamabas mi atención,
eso y nada más, pero esta mañana; joder,
no sé, no sé, ¡créeme! Tu imagen apareció,
yo no la evoqué, ni pendiente de tu ser.
Apareció como esa vez en la carretera,
levitabas en el aire, irradiando blancura,
aria, princesa albina, cual vampiresa, Cabellera de estellas, ¡maldición! ¡Tu piel perfecta!
No quería ver, pero te vi, ¡hubiera sido
una locura si me lo perdiera!
Había un cántico celestial al compás de tu marcha,
música de liras, de trompetas y de arpas,
el tiempo se detuvo, todo lo demás quedó eclipsado
por la luz que iluminaba el rumbo de tu calzada,
bajaba del olimpo con el esplendor de un relámpago,
había pétalos de rosas cayendo como la escarcha,
no me atreví a seguirte, callé, no saludé, no dije nada,
pasaste, en cámara lenta; sin volverte, por mi lado.
Cuando tu silueta desapareció de mi vista,
cánticos, músicas, rosas, eclipse, luz, relámpago…
fue como si se hubiera desvanecido con la brisa,
la carretera quedó sin vida, yo quedé desahuciado.
Así que esta mañana, intenté algo diferente,
estiré mi mano como pude, para tomarte,
demasiado… fue demasiado tarde,
el pequeño deja vú en el que estaba
permitió que te fueras nuevamente,
solo atrapé aire.
Podrías imaginar todo el contexto,
habitación semi-obscura, tu presencia que está.
Deja vú, tu presencia escapándose entre mis dedos,
yo entre dormido y despierto,
sin saber que acaba de pasar.
Embutido en un mundo sub-realista,
alcancé a prender la bombilla,
parecía que nada de eso había pasado,
todo fue… un sueño, sin embargo, encontré el pétalo de una rosa,
entre las sábanas y almohadas
y en ella, algo estaba anotado:
“Estuve aquí, yo te he seguido
¿por qué te haces el desinteresado?
Yo sé que sueñas conmigo
¿por qué no me has buscado?
¡¿Por qué no me seguiste aquel domingo?!
¡¿Por qué, si sabes que te inspirado?!
¡¿Por qué? dímelo, joder, ¿acaso soy delirio?!
¡Soy de carne igual que tú… ven, toma mi mano!”
Sentí una mano en mi espalda,
una respiración y perfume tras de mí,
solté el pétalo de inmediato, me volví,
lentamente de abajo arriba, llegué a ver tu cara,
hermosa como en la carretera te encontrabas,
te contemplé por un breve momento,
todo se volvió detener, no existía tiempo,
no hablabas, yo tampoco, hablar lo estropearía,
reiteraste tu oferta, tendiste tu mano y yo la mía,
no pasó más nada, desperté del doble sueño.