Oda a un ave lejana
Ave que en tu pecho llevas mis dolores
blancos latidos y gotas cenicientas
de mis hojas encarnadas
y olorosas gemas
Vuela hacia donde emergen los verdores
a la cumbre donde suave te alimentas
y tráeme en tus estancias
rosas y azucenas
Hoy que en mí no tengo un cielo de colores
que mi pasar es un barco de tormentas
enséñame las fragancias
nacares y cremas
Aquí las sombras me inundan de temores
se marchitan mis azules vestimentas
en unas tristes moradas
atan sus cadenas
Sonreír quisiera extasiado en los albores
rebosante de miel, cerezos y mentas
en tu pico la esperanza
rosadas diademas
Ven con tu canto de alondras en las flores
pureza y luz en la brisa te ornamentan
necesito en tu bonanza
olvidar mis penas
Si elevarme puedes, oh, bella ave, no llores
del calvario en mis raíces lo intentas
a mansiones consteladas
llévame en tus
yemas
Ribaldash