Como proyectil mortalmente silencioso,
es la manera en la que invades el pensamiento,
desgarrando poco a poco las paredes del sitio,
en donde mi alma, eso que te llevaste tuvo reposo.
Con que facilidad traspasas esa barrera,
irrisorio espacio fronterizo entre mi cordura, tu sonrisa, tus caderas
y compones una melodía que encanta, que enajena… que esclaviza.
No solo circulas en mi espacio,
transitas mis recodos, navegas en mi tiempo,
conquistas mis extremos, te adueñas de mis momentos.
¿Cómo has conseguido el dominio total de lo que yo creía ser?
¿Quién te ha otorgado el derecho de quedarte en mi mente?
pero aún mas importante, si en realidad haz de irte,
instrúyeme en titánico deber de olvidarte.