Ella camina por mis hombros,
o se arrastra,
sólo sé que está rodeándome,
pegándome sus erizados pezones
en mi espalda tibia.
Yo me hago el loco para pasar por cuerdo,
o simplemente para no estropear su caminar.
Niña taciturna,
utopía que nunca ejerceré.
La musa
duerme en el pecho del poeta,
como ave enjaulada,
no para evadir su vuelo
sino por protección.
Niña taciturna,
breve de palabras
y tan extensa en silencios.
Y te siento,
como un viento que desvanece
al contacto de mi trapecio;
o se acumula en él,
como sombras que nos encierra
entre comillas.
Y callamos
hasta encontrar
el silencio perfecto.
Y disiparnos en él.
Y nos queremos.
Y nos reímos de los felices
y su falta de cordura.
Y nos habitamos,
bailando como si fuese la última pieza,
cada paso como si fuera el último,
ya que, la música, también se acaba.
Epitafio: “en una vida futura seguiremos siendo pasado."