La naturaleza humana

in politica •  4 years ago 

LA NATURALEZA HUMANA
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En días pasados llego a mi celular, ya no se puede decir, a mis manos, un artículo cuyo autor es un dilecto y nunca bien ponderado amigo, Arnaldo García Pérez, en el cual se pasea por diversos escenarios tratando de responder la pregunta, hoy, de las sesenta y cuatro mil lochas –se acuerdan-: ¿Cuál es la naturaleza humana?
No es mi intención dar respuesta, a esta pregunta. Sería un acto de soberbia de mi parte; no tengo las cualidades ni de psicólogo, neurólogo o, mucho menos, de filosofo. Pero me gustaría reflexionar en voz alta sobre esa naturaleza aplicada al “animal político” que somos todos los seres humanos viviendo en sociedades organizadas y en las cuales intervenimos, aunque sea de la manera más simple, dando nuestra opinión sobre los asuntos que atañen a nuestra comunidad, sea esta el barrio, la ciudad o el país. Y supuestamente esa intervención tendría en mayor medida como meta, la consecución de la mayor felicidad posible para la colectividad y/o sociedad.
Al ver lo que está sucediendo en Venezuela, que aparte de genocidio podría y debe llamarse de muchas maneras –es tal la cantidad de delitos de lesa humanidad-, me pregunto cómo, o mejor dicho, ¿por qué el venezolano permitió en su momento que Chávez, como buen fascista, y claro, comunista, llegara al poder a través de libres elecciones su primer momento?, ¿por qué una cantidad de mentes supuestamente preclaras (ilustres, esclarecidos, notables) prestaron su nombre y honorabilidad para apoyar a lo que ellos y el pueblo en general –supuestamente culto políticamente hablando-, consideraban al salvador de la patria, al mesías redivivo que iba a acabar con los pobres?, -¿cuáles?-, que iba a llevar la honestidad como estandarte en el manejo de la cosa pública y que iba a repartir la riqueza equitativamente para darle la mayor suma de felicidad al pueblo. ¿Qué fue lo que hizo al pueblo venezolano, en su momento una mayoría aplastante, se dejara llevar como ganado al matadero? Creo que la respuesta es: el resentimiento.
Pero ese momento no fue el final sino el inicio de ese desgarrar que ha durado más de 20 años con pasados cinco millones y medio de expatriados y la destrucción política, económica, social y cultural de uno de los países con un futuro asegurado, gracias a su riqueza petrolera y a otras tantas bondades con el Dador de todos los dones bendijo a esta Nación; hoy convertido en un contenedor de lo más pérfido de la ralea fascista-comunista en el mundo, Los venezolanos, como Nación, nos hemos mantenido unidos solo por la integración y formación de sociedad por la inmigración española, portuguesa e italiana, y con ellos, también hemos estado resentidos en algún momento. Desde la época en que fuimos “descubiertos” nos resentimos, con razón, por la mortandad que se dio producto de la colonización; después nos resentimos con la migración africana que permitía, bajo la esclavitud, que no tuviéramos empleo, después fue con los colombianos que no aceptaban la patria soñada de Bolívar, la Gran Colombia; después toco resentirnos y separarnos orientales, llaneros, centrales, andinos -gochos los llamábamos despectivamente-; después los fascistas se encargaron de que nos resintiéramos con los “gringos” porque nos estaban robando nuestras riquezas; y así, ad infinitum.
Se me vino en este momento la pregunta. ¿hay en este país un venezolano puro?
Hoy fuerzas extranjeras han invadido nuestro País: fascistas castro comunista, fascistas comunistas iraníes, fascistas comunistas chinos, fascistas comunistas rusos, fascistas fundamentalistas árabes y que hicimos los venezolanos: nada, o, mejor dicho, más de cinco millones de venezolanos hemos emigrado. A alguien le oí decir, o preguntarse: ¿Por qué en vez de irnos del país no marchamos hasta Miraflores y sacamos a estos sátrapas fascistas comunistas que están llenando de sangre nuestro país y que están expoliando nuestras riquezas naturales?
No tengo la respuesta, pero me niego a quedarme tranquilo y, seguro, en algún momento alguien podrá ayudarme a aclarar este tormento en el que me encuentro lejos de mi tierra, de los míos, de lo que me conecta con una identidad que, aunque con muchísimos defectos, es nuestra y es, como decía el tercio aquel, perfectible; que nunca se dará totalmente, pero que podemos tener como guía para entendernos en una causa común, recuperar nuestra Nación, nuestro País, nuestra República.

José Rafael Berroteran
15/mar/2021

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