Jesús dedicó largas jornadas a mentoriar a sus discípulos demostrándonos, que el mentoreo garantiza una transmisión eficiente y una formación de calidad.
Debemos adoptar un espíritu humilde para aceptar ser mentoreados por el hombre o mujer a quien Dios le ha revelado la visión. No importa si somos discípulo, un líder o el ministro principal de la iglesia si queremos recibir la visión en nuestro espíritu debemos dejarnos discipular.
Rendirse ante lo que Dios quiere hacer en nuestras vidas es la manera indicada que debemos asumir si es que queremos agradar a Dios.
Recuerdo que cuando quise desarrollar la visón en la iglesia tuve muchos contratiempos a causa de que desconocía algunas áreas de la visión porque erróneamente muchos líderes piensan como yo pensé, que la visón se puede encontrar en libros, vídeos o internet pero no es así, la visón viene del corazón del Padre a un hombre y se revela a todos los demás por el Espíritu. (Daniel 10:7-8)
Si estas imitando una visión o adaptándola a tu ministerio, sea cual sea la visón que intentas llevar a cabo déjame decirte que vas por el camino equivocado, la visión no se adapta sino que se hace, si haces la visión como fue revelada, la visión funcionará.
El problema de muchos ministerios es la búsqueda de adaptar la visión a las personas, pero Dios no busca la comodidad de las personas, sino obediencia al servicio del reino de Dios. Es por estas verdades que todos debemos dejarnos mentoriar por el que porta la visión y así seremos ministrados por ella y podrás ver los resultados que ella produce y pronto será parte de tu espíritu también haciéndote funcional en ella misma.
Quitarse los rangos y sentarse entre los discípulos te hará grande porque serás exaltado cuando fuere tiempo.
Toda persona en el reino debe ser mentoreada por uno mayor, el apóstol con sus líderes o pastores, los líderes a sus discípulos y sus discípulos a los nuevos convertidos. También apóstoles pueden ser mentoreados por apóstoles.
El mentoreo o discípulado es la práctica constante del discipulado con su discípulo a través de salidas, compartiréis, visitas, salidas, viajes, llamadas telefónicas. Cada actividad que permita un roce de amistad será propicia para enseñar y mentoriar.
Jesús pasaba días y noches con sus discípulos, realizaban largas caminata y viajes pero todo momento era aprovechado para enseñar e implantar fundamentos en sus corazones. Visualiza por un momento el siguiente escenario: estamos cenando con Jesús, es una cena donde estamos compartiendo la vivencia del día y de repente Él se levanta y toma una toalla, un recipiente con agua y comienza a lavarnos los pies y a secarlo con la toalla. Aunque no diga nada sabemos que este acto profético del Maestro es algo especial y espiritual donde somos profundamente ministrados, una vez terminados con todos Él se levanta y dice: El que esta lavado, no necesita sino lavarse los pies, pues esta todo limpio, y vosotros limpios ya están… (Juan 13:10)
Toda esta enseñanza nunca la podremos olvidar, nos a discipulado y nos ha ministrado.
El mentor debe estar pendiente de su discípulo con preguntas diagnósticas que le permitirán evaluar su alma, su espíritu y su cuerpo.
Preguntas básicas como las siguientes son importantes para direccionar la ministración necesaria.
¿Cómo te sientes?
¿Cómo está la familia?
¿Cómo está la oración?
¿Te estas gozando con tu esposa?
¿Cuéntame cómo te fue?
¿Estas bendecido?
¿Hay avivamiento?
Usted puede evaluar la condición de su discípulo formulando sus propias interrogantes siempre dirigidas a estas tres áreas: alma, cuerpo y espíritu.
Recuerdo en una conversación con el apóstol Avizai Hernández me contó que cuando el inicio la visón celular en el modelo de los doce, el mismo tuvo que sentarse por muchos meses a ser ministrado por uno de los discípulos del apóstol Rene Terranova enviados desde Brasil, pero su humildad le permitió recibir la visión y conocerla más ahora es el representante de la visión aquí en Venezuela. Amados no en vano dice la palabra que el que se humilla será exaltado, déjate mentoriar y Jehová te exaltará.
La actitud del que se deja mentoriar:
Humilde
Atento
Puntual
Obediente
Honra
Manso
Sirve
Participa
Aclara sus dudas
Avizoro una gran victoria para ti, mantén la oración, ella trae revelación. Cuando Saulo estaba ciego a causa de la visión, oraba a Dios por la revelación de su llamado, fue necesario que Ananías fuera a él ministrara a su espíritu para que la vista le fuera devuelta y así cumplir el ministerio. Dios está abriendo los ojos a través de la ministración de su poder a muchos líderes en este tiempo que han estado orando para ver. Llego tu tiempo amado de conquista y renuevo.
Por nada del mundo podemos perdernos el discipulado, porque nos perdemos una ministración que pude ser la clave de nuestra próxima victoria, además que la ausencia al discipulado la aprovecha el enemigo para colocar en el corazón incredulidad. Fíjate que cuando Jesús resucitó le apareció a los discípulos estando ellos reunidos a puerta cerrada aquel domingo en la noche y comenzó aquel discipulado diciendo “Paz a vosotros” (juan 20:19) pero Tomas no estaba en la reunión, por alguna razón no había llegado al discípulado, quizás pensó, bueno hoy el discipulado seguro lo dará Pedro porque ya el Maestro no está, mejor no voy (Juan 20:24). Esta ausencia creo en su corazón incredulidad. Cuando los discípulos le compartieron de lo que habían recibido, él nos les creyó.
Los discipulados deben realizarse al menos una vez a la semana como Jesús lo hacía con sus discípulos, así como el Padre lo hacía con Adán (Génesis 3:8). Ocho días después vino nuevamente Jesús a realizar el discipulado pero esta vez Tomas si estaba y requirió de una ministración especial para tratar la incredulidad. Tomas fue sano pero su testimonio quedo escrito como ejemplo a los peligros que acarreamos al faltar a los discipulados y seamos creyentes de fe. (Juan 20:26)
La oración satisface.