Creo que cuando hablamos de quienes somos, hablamos de lo que el mundo ha hecho con nosotros, y eventualmente de lo que nosotros decidimos hacer con lo que el mundo nos ha dado. No me gusta hablar de mí, sencillamente no está entre las cosas que me parecen "correctas", pero en este caso tengo varias razones para hacerlo; la primera es que de eso se tratan estas presentaciones, la segunda es que en el fondo de mí necesito hacer esto para sincerarme conmigo misma, y la tercera es que, al no estar del todo segura de tener lectores, quiero darme la libertad de expresarme como si no fuese a leer nadie, al menos nadie conocido.
Demasiados hechos y personas han incidido en mi ser como para anotarlos en una lista, pero me propuse discernir entre mis recuerdos a ver qué personajes y acontecimientos predominan en mi identidad, al menos los que tengo concienciados, algunos que irremediablemente están ahí, aunque no lo quiera así, otros que he decidido guardar. Entonces esto será como una especie de rompezabezas o collage sencillo.
Mamá, Rosa Elena, siempre ha sido una mujer con carácter intenso y explosivo. Papá, Manuel Salvador, siempre ha sido un hombre sutilmente dominante y terco. Mamá es profesora de lengua y literatura, aunque para mí es más cronista y poeta que otra cosa. Papá es diseñador gráfico y entró en ese mundo gracias al teatro. Mamá a pesar de ser dura y radical con sus pensamientos y reacciones, en el fondo es pura y buena, demasiado para su bienestar. Papá a pesar de ser sutil en cualquier situación, esconde intenciones egoístas.
Entonces crecí entre estos dos personajes y sus choques durante mis primeros tres años. Sólo tengo un recuerdo de mis papás juntos en el cual no peleaban, era de noche, estábamos sentados en la cama inmensa de su cuarto que años más tarde mamá vendería para olvidar los recuerdos de ahí. Mi papá tocaba con la guitarra acústica de mi mamá que al divorciarse se llevó él de la casa, mi mamá cantaba, y yo cabeceaba del sueño intentando no dormirme con los arrullos de 'Caramba' de Otilio Galíndez. Estoy segura de que ellos no tenían ni idea de cómo me marcarían con ese momento. Después viví con mi mamá y veía a mi papá cada dos semanas durante un fin de semana, por esa razón no siento que mi papá me haya criado, y por más que haya intentado no ser un padre ausente, eso no lo hizo dejar de ser ausente. Mi dependencia que debió ser compartida entre mamá y papá, pasó a ser nada más hacia mamá, y debido al dolor emocional por la ruptura de ellos, también creció una dependencia de mamá hacia mí.
Muchos dicen que ninguna familia es la ideal, que una familia puede conformarse por una mamá, un papá y sus hijos, como también puede conformarse por un padre e hijos, madre e hijas, y cualquier tipo de combinación que podamos imaginarnos, y aunque también yo estoy de acuerdo con esto, no quiere decir que los hijos no se vean afectados por esas condiciones. Sí, mi familia y entorno inmediato constante fue siempre mamá, y mis conflictos principales eran los conflictos que debían pertenecer nada más a mamá y papá, fui una niña que pensó que podía cargar con las dolencias de dos adultos, más las de ella, y esto me dejó heridas, traumas, vacíos. Ahora me desenvuelvo en el mundo exterior en base a esa crianza, en base a querer superar esa manera de vivir.
Él era mi abuelo, y si les suena el nombre es porque Plutarco Elías fue un político mexicano comunista que perseguía y mataba curas, mi bisabuelo eligió ese nombre para que el cura del pueblo de Altagracia de Orituco tuviera que bautizar a mi abuelo con ese nombre. Así es como comienza la vida de un irreverente. Guerrillero de la época perezjimenista, comunista perseguido y torturado por la dictadura, alcohólico e infiel. Digamos que él sembró el pensamiento de inconformidad con la sociedad en mí. Él era el abogado que llevaría a cabo el divorcio de mamá y papá, pero justo en medio de su separación, murió, dormido, tranquilo, como si su hija mayor no lo necesitara, como si este acontecimiento no fuese a incidir en el futuro comportamiento rebelde de su primera nieta hembra, como si se hubiese sumergido tanto en un sueño extremadamente vívido y maravilloso como para no querer volver a la realidad. "Taco se murió porque era muy viejito" cantaba yo inocentemente. Despertó mi curiosidad por la muerte, mis ganas de quitarme la vida nada más para saber qué pasaba después. Claro que no tenía ni idea del tabú que significaba eso para el resto del mundo. Después me di cuenta de que tarde o temprano moriría y me enteraría de ese gran misterio, pero que viva podía hacer infinidad de cosas más.
Esto reafirmó la ausencia de mi papá en la cotidianidad, pero si hay algo de lo que he podido darme cuenta es de que esto me convirtió en una hermana ausente. Me convirtió en algo que me hizo mucho daño y no lo pude evitar, solo lo tuve que aceptar, al igual que mis hermanos lo tuvieron que aceptar, todos lo hicimos, menos papá, el adulto que debía estar ahí para enseñarnos a aceptar y seguir, quedó atascado. Nunca me consideré parte de su nueva familia, siempre me percibí a mí misma como una visita, como algo intermitente entre ellos, pero para papá siempre fui y aún soy parte de eso, parte de una familia que surgió gracias a la ruptura de lo que pudo ser mi círculo familiar. Y no siento rabia hacia eso, solo siento que no me corresponde vivirlo en mi cotidianidad.
Mar es como elegí que el mundo me llamara. Tengo 19 años. Margarita es donde elegí vivir después de haber vivido toda mi vida en Caracas, a pesar de que quisieran imponerme vivir en Madrid. Tal vez soy más conflictos que soluciones en este momento de mi vida, pero sé que hay llaves que esperan ser encontradas por mí. Estudio Pintura, aunque constantemente dude si es lo que debería estar estudiando, tomo fotos, canto, compongo música, intento tocar el cuatro, algún día haré cine, hice todo el teatro que quise, hice toda la danza que pude, hablaré en todos los idiomas que me proponga, y por más utópico que suene, no estoy aquí en vano, algo haré por este mundo que todos conocemos, alguno o varios de mis sueños hará un poco o mucho más habitable esta sociedad en la que coincidimos.
Que bonito leerte.
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¡Gracias! Bonito verte por aquí.
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Siento que te conozco un poquito más por lo que leo que es tan personal como sólo la historia familiar lo es. Yo tampoco creo que haya familias ideales, sólo familias que han logrado sobreponerse a los problemas de la convivencia y a las heridas han sanado lo mejor que han podido.
Qué bueno leer
Que te vaya chévere por aquí!
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Tu respuesta me llegó directo al alma. Gracias por construir y compartir tu opinión.
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