Un buen día, compartiendo con un amigo por teléfono las maravillas del Señor, éste me advirtió el tiempo de las vacas flacas. Así llamamos de esa manera a los momentos en los cuales el factor económico y espiritual del éxito “disminuye” en nuestras mentes. Se produce un conflicto al saber que tiempos así pueden volver o los estamos viviendo y es entonces cuando nos desesperamos y nos enojamos incluso contra Dios diciendo: ¿Por qué? ¿Por qué a mí? Nos molestamos con la vida, con las injusticias o con las circunstancias y situaciones que no podemos controlar. Pero luego de una reflexión interna y al desprendernos de nuestros miedos viejos, unidos a las dudas que arrastramos en el DNA de generación en generación desde nuestros padres, abuelos , bisabuelos y tatarabuelos que nunca conocimos, pero cuyas sus influencias y temores están guardados secretamente en alguna parte de nuestro ser, nos damos cuenta que hay algo más. Al entender y aceptar nuestras limitaciones comenzamos un proceso de redención muy adentro que luego sale con señal de victoria cuando el espíritu nos ayuda a entender el pasaje bíblico que hace referencia a las vacas flacas y gordas. Debe buscarse una sana explicación como lo hizo el faraón que luego de consultar a los astrólogos y mentalistas de su tiempo solo vio en ellos gente pesimista que detectaron un problema más, no una solución que era lo que realmente necesitaba. Fue un israelita, José quien aún estando confinado, acusado por algo que no cometió, encontró el verdadero significado y solución. No fueron los expertos de la universidad egipcia con doctorado en ciencias ocultas o en astrología los que encontraron las soluciones, fue simplemente José, el hombre que soñaba con ser grande y por causa de sus sueños fue vendido como esclavo por la envidia de sus propios hermanos. Fue liberado por un “Bartender” al que todos le contaban sus problemas, pero pocos reconocían sus consejos. Pero, como dice el mismo San Pablo, “Dios se vale de lo despreciable de este mundo para avergonzar a los sabios y doctos de esta época para que nadie tenga de qué gloriarse.” José le explicó que la intención de Papá Dios no era que se entrara en un conflicto interno y complicado, que no perturbara o confundiera creando un miedo irracional al destino, sino todo lo contrario, era el de una victoria escondida. Sí, así como lo escucha o lee, ya que el advertirle de los tiempos difíciles era para que aprovecharan los tiempos de prosperidad para ahorrar mientras otros malgastaban creyendo que el barril no tenía fondo y crear un plan B. Cuando creemos que lo único que funciona es el plan A es cuando nos enfrentamos a situaciones inesperadas. El preparar una economía que no dependiera exclusivamente de las vacas gordas, o sea lo que movía la economía hasta ese momento era solamente el ganado vacuno, he aquí que José manda a guardar la cosecha en los graneros por la gran desolación y hambre que llegaría luego con las vacas flacas, es decir con la escasez. De esta manera podría venderle a otros países ya que los únicos preparados eran ellos y los demás se verían obligados a comprarle provisiones necesarias y de primera utilidad. De aquí surge una economía nueva, diferente y fuerte a pesar de las dificultades para ayudar a sobrevivir a otras naciones. Ciertamente las vacas flacas llegaron pero pudieron ser engordadas. Fueron el anticipo que algunos jocosamente comparan con las cuentas de inversiones, ahorros o las famosas cuentas IRA y las nuevas formas de mercado mundial. Recuerda; lo importante no es si vienen vacas flacas o gordas, es simplemente ocuparse y mantener una mente abierta y con Dios delante.
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