Los parajes son extraordinarios: extensos prados donde apaciente el ganado (terneras y ovejas, principalmente) y monte donde se alternan robles, encinas y olivos, muchos de estos milenarios. La iglesia visigoda-mozárabe de Santa Lucía del Trampal, a pesar de lo perdido, es una construcción extraordinaria, de planta basilical y tres ábsides. Lamentablemente, fue muy expoliada y muy poco cuidada cuando estuvo en manos privadas. Ese precisamente, el latifundio, es el principal problema del patrimonio histórico-artístico extremeño.
En su interior, numerosos nidos de golondrina y avisperos, con los que hay que tener especialmente cuidado. Situada a los pies de la Sierra de Montánchez, en parajes donde antiguamente se adoraba a una oscura diosa precristiana: Ataecina, equivalente a Ceres y Proserpina. Restos prerrománicos reutilizados en la iglesia. No puede ser casual su advocación: Santa Lucía. Fuerte presencia de las Órdenes Militares, sobre todo de la Santiago.
Junto con San Pedro de la Nave (Zamora) constituye uno de los lugares más interesantes de la Vía, Ruta o Camino de la Plata. A 20 metros, enfrente de los ábsides y entre olivos milenarios, hay una curiosa piedra labrada, que posiblemente perteneciera a alguna ara de sacrificios precristiana. En la lauda de Ataecina, que se conserva en el pequeño centro de interpretación anexo, hay una interesante figura, de color negro, que parece representar a un perro o a un lobo, animal de carácter ctónico y acompañante de este tipo de diosas del Inframundo.
[Alcuéscar, Cáceres: 14 de abril de 2017]
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