La misma luna

Solemos creer que los sentimientos están condicionados por la cercanía, que aquellos que dejamos de ver en algún momento dejan de tener fuerza en nuestro cuerpo, olvidamos que hay quienes se quedan en nuestra piel como un tatuaje.

Ciertas personas estando lejos están más presentes que cuando estaban a nuestro lado, la distancia nos da licencia de conocernos, de extrañarnos, de recrearnos y eso no se borra ni intentándolo.

Te escucho pedirme que elija, estoy parada frente a la vidriera y te aprovechas para poner tu erección en mi espalda, no puedo hacer nada pero notas como el calor se apodera de mi cuerpo, pasas cerca de mi cuquita para verificar mi temperatura.

Puedo ver como tu mano se pierde bajo mi vestido, como tus dedos hacen maravillas mientras me besas, no puedo gritar, no en este lugar y por eso buscas darme el máximo placer, pellizcas mis pezones y sonríes canaña, bajas el cierre y como en cámara lenta veo tu miembro reluciente salir, quiero ponerme de rodillas pero recuerdo donde estamos, mi pierna sube a tu cintura y me das tres estocadas fortísimas, paras y me separas, luego tendremos tiempo.

Me pones nerviosa aún estando vestido, intento seguir la conversación pero sólo puedo imaginarte desnudo, sudando sobre mi, susurrándome que soy tu perra, nuevamente estoy mojada, intento controlarme para que no se me note, lo que acaba de pasar no ayuda mucho.

En la distancia hemos sido libres de explorarnos como nunca lo habíamos hecho, no ha sido fácil, no todo lo descubierto nos ha gustado, pero si ha sido genial decidir seguir, nos gustamos más allá del concepto, redefinimos la pasión y mandamos al carajo las etiquetas.

Ni siquiera somos un "nosotros" pero ahora al fin estamos solos, me lanzo sobre ti y te beso sin parar, tu estaca choca en mi vientre y te masturbo sobre el pantalón, como respuesta me aprietas las nalgas y me unes más a ti. No aguanto, ya es momento de rezarle a mi Dios, tú eres mi religión.

• No, aún no… se una buena perra y espera.

Te obedezco pero no del todo, con mis uñas recorro todo lo que generosamente se te marca, aguantas la respiración y entonces paso la lengua por afuera, ante tu atenta mirada mi vestido desaparece, estoy en ropa interior.

Me pegas contra la pared sin parar de tocarme, tu ropa se riega por la habitación, aún con el hilo puesto te frotas sobre mi, estoy tan húmeda que parece que está recién lavado, te agachas, lo quitas lentamente, lo hueles y lames lo que provocas, ya soy una cascada.

Estoy lista para que me cojas pero no subes, hundes tu lengua en un juego perfectamente sincronizado con tus dedos, gimo, comienzo a moverme como si tuviese tu guevo adentro, me aferro a tu cabello para no caer, entre gemidos suplico que me cojas, introduces tres dedos con tanta fuerza que grito, en medio de todo otro de tus dedos entra en mi culo, si no me penetras ya me muero.

Lo sabes, sabes que me tienes al límite, me besas para que me pruebe, mi sabor desde tu boca es una delicia, tu pene quiere entrar pero no lo dejas, te excita llevarme más allá de las fronteras del placer, hacer que me duela el cuerpo de las ganas, por eso chupas mis senos, los masajeas dejando tus huellas marcadas, mis pezones los chupas y muertes, cuando ves mi respiración agitarse me masturbas como sólo eres capaz de hacerlo tú, las piernas me tiemblan, un orgasmo amenaza con tumbarme, mojo tu mano y sin parar subes a besarme los gemidos, mis manos se aferran a tus nalgas.

Me volteas y me das una nalgada, susurras que soy tu puta, que te encanta tenerme así, como gata en celo mi culo se para, entras y te resbalas, la humedad corre por mis muslos, el sonido de tus bolas chocando con mi cuca hacen el coro perfecto a nuestros gemidos, la cama parece un lugar lejano, me debato entre parar para mamartelo o seguir gozando, pero la sola idea de lo divino que es tu falo me hace claudicar.

Estas tan entregado que lanzarte en la cama es sencillo, te vas a acomodar para seguir pero te dejo en el borde, pongo mi cara frente a tu amigo fiel, caballerosamente se mueve a modo de saludo, lo recorro con la lengua obviando tus testículos, beso con pasión la punta y entonces las amazo, ahora eres tú quien me mira con los ojos brillantes, mi lengua te recorre pero esta vez sí va a tus bolas, con mi mano te masturbo sin apartar la mirada, quieres dejarme hacer pero no te puedes controlar, me agarras el cabello y me subes la cabeza, me coges la boca sacándome lágrimas, mis pezones duros como diamante tocan tu pelvis y al notarlo aceleras el ritmo, gimo con tu pene en la boca, mi lengua se mueve al ritmo de tus deseos, pero aún no quieres acabar.

Me termino de subir en tus piernas y entras sin protocolo, no lo necesitamos ambos estamos muy calientes, nos movemos desenfrenados, dejamos de besarnos para observarnos y eso nos acelera, sacas tu miembro y siento que me arrancas el alma, pero me alzas y recorres el pequeño camino que separa un placer de otro, adivino tus intenciones y te enseño el lubricante que esta cerca, haces tu trabajo y me pongo en 4, arremetes mi cuquita con tus dedos y cuando me tienes gimiendo comienzas a entrar por detrás, vas despacio para abrirme y disfrutar la presión, grito de dolor y placer, me das nalgadas para recordarme que ambos son parte de lo mismo.

-¡Ah que rico, no pares, soy tu esclava, destruyeme el cuerpo!

Mis palabras te ponen sádico, me coges con fuerza, el sonido de tus bolas retumban en la habitación, me mastubas y yo siento que estoy siendo cogida por todas partes, no sé cuantos orgasmos he tenido pero esto me nubla la vista, me deja muda, me lleva más allá del cielo, siento tu guevo latir, gimes ronco y en este momento no me importaría perderme del placer de saborear tu leche, me inclinas hacia ti y me das un beso cargado de perversiones, ahora soy yo la que estoy tumbada en la cama.

Montado frente a mi te mastubas con fuerza, me estás regalando la vista más maravillosa del mundo, mi boca busca acercarse pero sólo cuando comienzas a temblar me dejas hacerme cargo, subo y bajo con rapidez, pareces suplicar que siga, te siento latir, hincharte, te vacías en mi interior pero cuando siento que ya casi no te queda nada lo saco, ves un hilo de tu semen en mi boca y la erección comienza nuevamente a aparecer, la aprovecho y subo, con mis senos lo rodeo, vuelves a sonreír y los unes, te estás masturbando con ellos mientras mi lengua acaricia tu punta, la leche termina de salir y me salpica toda, con mis dedos me limpio para disfrutar el sabor, verme así tan perra, tan tuya hace que no les tregua a tu espada.

No paro de mamartelo y vuelvo a sumergirte en un trance, nuestro encuentro apenas comienza, estemos donde estemos siempre podremos ver la misma luna.

Nuestros "aquí" volverán a hacer los mismos, mientras tanto nos seguiremos eligiendo, conociéndonos, excitandonos, haciéndonos sonreír y acabar sin importar los husos horarios ni las millas de distancia. La vida ya es lo suficientemente complicada como para no creerlo.