Varios años pasaron y la casa permanecía vacía, el que quería alquilarla no sabía a quién y cuándo se enteraba de su historia perdían interés inmediatamente.
El tiempo terminó de crear un halo de misterio sobre la casa, la misma tela de gasa cual mortaja aun permanecía en la ventana ya ennegrecida y sucia por los años, las ventanas siempre abierta y una oscuridad profunda, Nicosia acostumbraba en la penumbra pasar horas allí fumando y exhalar el humo hacia afuera, cada tanto rato saludaba a algún descuidado transeúnte que se asustaba al no ver de dónde venía la voz, su voz ronca: buenas noches Sr o Sra y luego una bocanada de humo en la oscuridad, parecía observar muy bien sin que nadie la viera a ella. Parecía disfrutarlo.
Los niños de la época de aquel lugar no nos atrevíamos a pasar por allí de noche, preferíamos dar la vuelta a la manzana para llegar a nuestras casas y peor aún, llegado la semana santa los demonios parecían andar sueltos, las casas olían a incienso y plegarias, la música sacra y el silencio impuesto por las fechas convertía aquel lugar mucho más tenebroso. Todos decían que Nicosia aún estaba allí y observaba como siempre en la oscuridad, hasta las chismosas temían.
Un buen día se corrió el rumor de que por fin alguien la había tomado por la emergencia del caso en “alquiler", una pareja joven con dos niños pequeños, el mayor de más 5 años, la tranquilidad parecía haber vuelto a ese sector.
¿Sería el fin del “maleficio” de Nicosia?
No fue así, las primeras semanas transcurría con normalidad, el joven salía temprano a su trabajo y la madre sonriente se encargaba de los niños y aquel nuevo hogar, era muy conversadora con las otras amas de casa, pronto todo cambio... Varias noches seguidas el llanto del bebe pequeño angustiaba a nuestras madres, muchas a media noche tocaban la puerta para ver que sucedía, los padres preocupados decían que tenia fiebre muy alta, el medico decia que era gripa, medicinas y remedios caseros iban y venían y nada parecía curarlo.
Nuevamente como aquella vez a media noche ocurrió, gritos de dolor se escucharon en el silencio del sueño de los otros, todos corrieron. .. El niño había muerto. Llanto de todas la madres alrededor del niño sonaban como un coro del mismo dolor, el más grande lloraba abrazado a su padre, nosotros nos mirábamos unos a otros diciendo en voz baja: "fue Nicosia".Pudimos ver de lejos el pequeño ataúd blanco "salir al campo santo" como le decían los más mayores al cementerio, una cruz de flores blanca y uno que otros ramos de flores, todos en silencio acompañaron el sepelio, una vez más las chismosas hicieron alarde de los susurros: "¿supiste lo que decía Juanito entre llanto? Que todas las noches una sra mayor visitaba al niño mientras los padres dormían, él se los decía y ellos lo ignoraban" "pobres incrédulos" decían las otras en torno al chismorreo, tan rápido fue el sepelio como rápido fue la partida o mudanza de aquella vieja casa de la esquina, al despedirse la pareja parecía perturbada y nerviosa, Juanito comenzaba a tener fiebre también, puede ser que al final y discretamente escucharon a Juanito.
Se marcharon y nunca más supimos que paso con ellos. Una vez más quedo la casa vacía, esta vez no duro mucho, alguien parecía alquilar la casa con más frecuencia, esta vez sí fue el colmo del misterio cuando ese día todos jugábamos en la calle vimos de lejos un hombre gigante que se acercaba muy serio, mediría como 1.90 aproximadamente, no era una estatura común por esos lugares, se veía fuerte, de tez muy blanca y bien rasurado, vestía de negro con sombrero de ala ancha igual de negro y maletín de igual color trabajaba con seguros funerarios y la morgue del hospital y estaba aparentemente... solo.
Continuará