Era tal su paranoia con los pájaros, que se había tatuado el cuerpo con las especies más coloridas y de gran plumaje. Su cabeza se tornó un árbol andante que comenzaba a tener ramificaciones y en donde otras aves podrían hacer sus nidos. Aquella noche, se soñó en una hermosa jaula hecha a su medida (Su gran dilema era no saber si ser árbol, o ser pájaro).
Amanda Reverón
Del libro de relatos/Bitácora del sueño
2013