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Parte #2
Tenían plantas tan grandes que tenían que cortarles la parte superior cuando alcanzaban cierta altura. Porque si no las cortaban, los techos eran demasiado bajos para estar de pie. A veces tenían que cortar un tercio de la planta para poder caminar cómodamente por su interior.
También tenían la extraña costumbre de hablar con sus plantas. Les susurraban cosas dulces a sus hojas o les cantaban viejas canciones populares. A veces incluso las sacaban a pasear por el parque los fines de semana.
También tenían puertas muy grandes.
Tenían que tenerlas porque las plantas crecían tanto que no podían pasar por otras puertas más pequeñas.
Me fascinaba esta especie de humanos; eran tan diferentes a nosotros.
Estuve observando a esta gente durante muchos días, tratando de entender su cultura. Parecían bastante amistosos, pero me costaba entenderlos. No era sólo el hecho de que hablaran en una lengua extraña; también era porque eran muy diferentes a nosotros.
Tenían plantas muy grandes y les cortaban la parte superior cuando crecían demasiado. También tenían que cortar un tercio de la planta porque, de lo contrario, sus cabezas golpearían el techo.
Por eso, los techos de sus casas eran muy bajos. No había lugar para sentarse y relajarse, así que se quedaban todo el día mirando a los demás.
Tenían plantas tan grandes que tenían que cortar las puntas cuando alcanzaban cierta altura. Porque si no las cortaban, los techos eran demasiado bajos para mantenerse en pie.
A veces tenían que cortar un tercio de la planta sólo para poder caminar cómodamente dentro.
La gente también tenía que asegurarse de que sus casas no fueran demasiado grandes. Si lo eran, sus cabezas chocarían con el techo cuando se pusieran de pie. Así que se aseguraban de que al menos una persona fuera más baja que el resto para que pudiera ponerse delante y ver lo que ocurría fuera.
Vivían en un mundo en el que no había lugar para sentarse y relajarse, así que se pasaban el día mirando a los demás.
Las casas eran muy pequeñas y oscuras porque sus plantas crecían mucho. La gente no tenía sillas para sentarse, así que se quedaba de pie todo el día mirando a los demás. Los tejados de sus casas eran muy bajos. No había lugar para sentarse y relajarse, así que se pasaban el día mirando a los demás.
(continuara)
