HOCES DEL RÍO CABRIEL

in rio •  8 years ago 

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HOCES DEL RÍO CABRIEL

Cuenca (Parque Natural)

Destinos cercanos: hoz de Beteta, serranía de Albarracín, lagunas de Ruidera.

Tan escondido corría el río Cabriel, afluente del espectacular Júcar, que hizo falta un polémico trazado de autovía entre Valencia y Madrid.

Y una acalorada disputa entre ministros y presidentes autonómicos para descubrir este impresionante paraje.

Que se desarrolla en torno al curso medio del río.

Su sorprendente riqueza natural ha provocado que, a raíz de los discutidos proyectos de modificación de la autovía.

Se haya declarado el lugar Parque Natural por parte del gobierno de Castilla-la Mancha.

Cuando La Mancha conquense llega a sus límites orientales.

Junto a las provincias de Albacete y Valencia a través de la comarca de La Manchuela.

El territorio, apenas ondulado, se quiebra impetuosamente en un profundo tajo de roca con vertiginosas paredes que pueden llegar a alcanzar los 200m.

Desde la presa de Contreras y durante 20 km hasta su confluencia con el Júcar, en la provincia de Albacete.

El río Cabriel se encajona entre cañones, cárcavas y barrancos, escoltado por imposibles cortados verticales.

Por el colosal cañón discurre uno de los ríos menos degradados de España.

Un paraje fluvial agreste y profundo en el que se refugia una notable representación de la fauna y flora ibéricas.

Tan salvaje terreno fue imposible a la domesticación de mano humana.

Los cultivos de cereales, olivos y almendros llegaron sólo a las inmediaciones.

Donde el terreno es llano y el río ni se adivina.

Más allá, por sorpresa, la tierra se abre y forma un cañón de trazado inaccesible que impide caminos y usos que alteren su vida.

Sólo los animales que lo habitan abren senderos de paso e imprimen la huella en los dominios del río, permaneciendo de este modo prácticamente virgen.

A golpe de agua

Desde la cola del embalse de Contreras al río Cabriel, de aguas de alegre sonoridad y transparencia sorprendente.

Se descubre encajonado en el fondo de un profundo y angosto valle.

Éste es el fruto de la dura labor erosiva sobre la roca caliza que ha realizado el río a fuerza de tenacidad y tiempo.

El resultado de tan laborioso tallado es un enclave geológico en el que se distinguen conjuntos excepcionales definidos en los afilados cuchillos.

El amplio valle central y las inaccesibles y enriscadas hoces.

Aquí y allá se abren infinidad de barrancos, perpendiculares al río, de formas y dimensiones que invitan al deleite.

La roca caliza aflora en los soberbios Cuchillares o estrecho de los Cuchillos.

Atravesando de forma oblicua el río.

Las paredes de roca componen un sobrecogedor rincón de excepcional belleza que le han hecho merecedor de su declaración como Sitio de Interés Geológico.

En aproximadamente 3 km se elevan verticales hacia el cielo diversas paredes calizas entre las que sobresalen por su esbeltez.

De colores naranjas y grises, las agujas Primera, Olcalde, de la Ventana-con el agujero que le da nombre-, la Torre sin Nombre.

Que se pierde remontando la ladera, y por último la aguja más espectacular, la Torre Cabriel, que con sus 150 m sobresale junto al camino.

El extremo más angosto de los Cuchillares lo cierran el Torreón de las Monedas, el Alto de Contreras y la Torre Negra, atravesada por un túnel.

Estas abruptas paredes funcionan como una caja de resonancia y el murmullo del río que corre a sus pies llega multiplicado hasta arriba.

A su abrigo se refugian en un abigarrado conjunto pinos carrascos, coscojas, lentiscos, bojes, romeros, sabinas y jaras.

En las zonas más húmedas crecen matorrales de guillomo.

Surcan el aire con sus vuelos vertiginosos el vencejo real y el avión roquero.

En este bello paraje, donde el agua y la roca se enfrentan, con suerte y paciencia es posible observar a representantes excepcionales de la avifauna ibérica como el búho real y las águilas real y perdicera.

El valle central se sitúa inmediatamente después del estrecho de los Cuchillos y se abre durante 3 km.

Por sus formas más suaves y alomadas sirvió de asiento, 30 años atrás.

A huertos de granados, perales, manzanos y membrilleros.

Así como cultivos que se beneficiaron del clima benigno de esta zona escondida.

El río sigue corriendo jovial y ajeno al detenimiento a que invita el entorno.

A medida que se va ensanchando su cauce aparece un bosque de ribera.

Donde los árboles caducifolios ya despliegan sus verdes brotes primaverales.

Cercana siempre al río perdura una pequeña población de nutrias.

Alimentándose de los cangrejos autóctonos, truchas, barbos, reptiles y anfibios.pervive este simpático animal, tan escaso como esquivo.

En las proximidades de su hábitat campean otros interesantes mamíferos, como el gato montés, la gineta y el turón.

A medida que se abandonan los sotos fluviales aparecen de nuevo las anaranjadas paredes calcáreas.

Las barranqueras contra las que el pino carrasco pone una nota de verdor uniforme.

En las zonas bajas y difíciles se refugia el matorral mediterráneo.

Inaccesibles y silvestres se desarrollan la encina y el quejigo, junto a madroños, aladiernas, sabinas y labiérnagos.

Es el inicio de las hoces que se despliegan a lo largo del curso bajo del Cabriel.

En este tramo, el río y la naturaleza que vive en torno a él se manifiestan con esplendor a lo largo de 12 km.

En un agreste mundo ajeno a la presencia humana.

Un lugar intacto, de extraordinaria belleza, donde las águilas real.

Calzada y culebrera establecen sus dominios compartiéndolo con el buitre leonado, el halcón peregrino y el milano negro.

En las orillas hoza el jabalí y se acerca a beber el zorro.

Escoltado por las colosales paredes pétreas donde con gran dificultad se encarama algún matorral.

El río se pierde bravío y solitario, con su ruidoso fluir hacia los Baños de Fuente Podrida, donde se deshacen las hoces.

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