Debía subir aquella montaña, se encontraba en el medio del camino entre yo y el sitio donde ella se había ido, no he sabido qué tipo de camino, transporte o brujería sea el caso, ha utilizado para cruzarla tan rápido, o tal vez he sido yo el que se ha tardado para empezar a caminar, dándole una clara ventaja.
Pero ya estando en las faldas de esta montaña, y siendo un necio ¿para que esperar más? No he llegado hasta aquí en vano. El camino es escarpado, el clima logra cambiar constantemente a veces cuando amanece llueve poniendo la tierra húmeda y las piedras resbaladizas, aunque el agua sirva para llenar mi cantimplora. Al mediodía, el sol es abrazante y tuesta la frente, logra deshidratarte, mientras en la noche solo se puede tratar de buscar abrigo en alguna cueva, las temperaturas descienden a niveles que pueden arrebatarte la vida sin las medidas de protección necesarias.
Una de esas noches lluviosas, a mitad de camino decidí esconderme por abrigo en una de esas cuevas que tiene esta bestial montaña.
A duras penas logré encender una fogata, el frío estaba causando estragos en mi sistema, provocando temblores y movimientos lentos. Me quité la ropa mojada y me puse encima toda la ropa que conseguí dentro de mi bolso mientras me acercaba lo más que podía a la fogata, aunque poco podía sentir el calor, tal vez por la cantidad de capas que llevaba encima.
Con el tiempo empecé a secarme y sentir el fuego de la fogata como si de si su suave tacto se tratase, usé mi bolso para apoyar mi cabeza y la cantidad de ropa que tenía puesta encima me hacia olvidar el frío y duro piso de la cueva. En el profundo silencio de la cueva todos los sonidos se magnifican, la lluvia golpeando y dejándose caer entre las piedras el sonido del viento al pasar por la cueva, el de la madera crujiendo por el fuego, incluso mi respiración, arrítmica y rápida. En ese escenario, termine quedándome dormido.
¡De pie¡
Escuché esa voz en mi cabeza y rápidamente alarmado me desperté. No podía moverme, mis brazos y mis piernas estaban fuera de mi control y mis ojos abiertos en su totalidad mirando la absoluta oscuridad de la cueva. Pero alguien seguía Gritando “¡De pie!” no podía reconocer de dónde venía aquella voz, pero estaba seguro de que la escuchaba.
Me sentía letárgico y pesado, y con la mirada trataba de buscar de donde provenía aquella voz que seguía gritando “¡De pie!”. El miedo se apodero de mi cuando escuche el fuego apagarse por el agua. Trate de ponerme sobre mis pies, pero era imposible y aquella voz seguía gritando “¡De pie!”
No tenía dominio alguno de mis extremidades. Y rápidamente comencé a sentir en mi cuello el frío del agua, sería cuestión de minutos para morir ahogado y yo sin poder mover alguna extremidad.
Trate de mover ambos brazos, pero estos no responden, mis piernas habían abandonado todo control a mi voluntad y habían decidido en desobediencia no responder a mis órdenes. Contemple el techo de la cueva mientras seguía escuchando el agua caer. La absoluta oscuridad.
Con el agua llegando a mi oreja y casi por cubrirme la mejilla, trate de luchar, usaría todos los medios a mi disposición para conseguir moverme. Apreté mis ojos y traté de concentrarme, hacer que mis piernas y mis brazos se sometan ante mi cerebro. Trate de recordar porque estaba aquí tratando de obtener fuerzas para someter mis extremidades que se habían tratado de independizar.
Las imágenes aparecieron ante mí como si de una película se tratase y no hice más que enfurecer. ¿¡Por qué!? ¡Quiero saber! Exijo saber. No hubo más respuesta que la voz que seguía repitiendo “¡De pie!”. Las imágenes seguían viniendo a mi cabeza y trataba de discernir que era verdad y que era delirio, en que parte se mezclaba todo aquello, si quería morirme ahogado o en realidad tenía miedo.
Si era de verdad o era de mentira. Quien soy yo para refutar un axioma, el cielo es azul y no tienes nada que buscar. Eres un necio y estas equivocado. Solo tú piensas como tú “¡De pie!”
¿Qué más demostración de certeza quieres, que morir ahogado en una cueva por tu miedo a moverte?
El agua llegaba a la comisura de mis labios, cerré los ojos y pensé en abandonarme a la certeza de morir, dejar de pensar, dejar de respirar por el miedo a la incapacidad y al no poder, por miedo a la verdad y al precio que hay que pagar.
Pero algo más grande que el miedo a vivir es el miedo a morir y no estaba listo para pagar ese precio.
Posted from my blog with SteemPress : https://pedrovillegas96.000webhostapp.com/2018/09/de-pie