A cualquier edad, se tiene que tomar decisiones de forma regular y algunas son más fáciles que otras. A medida que las personas envejecen, estas pueden ser un poco más complejas.
La toma de decisiones generalmente implica tomar una o varias opciones que cumpla con los objetivos trazados y se hace comparando todos los pros y los contras, lo que requiere cierto nivel de esfuerzo cognitivo (conocimiento).
Desafortunadamente, con el envejecimiento se hace más lento el tomar decisiones y esto es probable al desgaste de las células nerviosas que transmiten información al resto de nuestro cerebro.
La buena noticia es que la regulación de las emociones mejora con la edad y los adultos mayores al tomar decisiones se enfocan en lo positivo, en su experiencia y en sus habilidades emocionales.
Entonces, se puede afirmar que con la edad viene la sabiduría, después de todo.