Capítulo 41 | Alma sacrificada [Parte 2]

in spanish •  6 years ago 

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Lancé el teléfono a la cama y cubrí mi rostro con ambas manos. Caminé de un lado a otro con las manos en mi cintura y no lograba entender cómo algo se había colado de mis manos. Raspé mi barba, toqué mi cuello y terminé agachado en el suelo. Al final logré levantarme del suelo y calmar mis pensamientos. Lo único que debía hacer era pensar en cosas agradables, hasta que lo que fuese eso que Alaya me diría, acabara con mi vida o me diera un nuevo impulso. Solo esperaba que los días pasaran rápido.

Me vestí, palmeé mis mejillas varias veces y decidí no mostrarle mi mal genio a Andrea. Ella estaba de buen humor, así que lo justo sería continuar de esa manera. Además, no me quejaba por los últimos días. Habían sido los mejores de muchos años, incluyendo el tiempo que llevaba casado con Skyler. Inserté el teléfono en el bolsillo de mu chaqueta y abrí la puerta. Toqué la puerta de Andrea y noté que no estaba dentro. Bajé las escaleras y la encontré en la sala, frente al fuego, calentando sus manos.
—¿Nos vamos, preciosa? —pregunté desde las escaleras.
Ella giró y asintió. Buscó un paraguas y besó mi mejilla antes de abrir la puerta y sentir la violencia del agua sobre nosotros. Todo estaba blanco, entre la neblina y la fuerza de la lluvia que caía al suelo. Andrea se protegió de la lluvia, pero me empapé la mitad del cuerpo antes de abrir la puerta. Sentí la fría lluvia calar mis huesos, antes de ver cómo Andrea unía su cuerpo al mío para traspasarme un poco de calor.
Encendí la calefacción, el motor y la radio. Comencé a retroceder, antes de sujetar el paraguas de Andrea y bajar a abrir la reja. De nuevo sentí el frío azotar mi piel, aun cuando no volví a bajar para cerrarla. Esa lluvia parecía no tener fin; se intensificaba más al paso de las horas. Llevaba más de doce horas lloviendo de esa manera, y si no disminuía terminaríamos viendo inundaciones en vivo y directo.
Conduje hasta la cafetería del centro, bajamos corriendo y entramos al lugar. Estaba vacío y demasiado frío. Los dueños no eran las mismas personas de antes, por lo que el gusto tampoco sería el mismo. Lo bueno fue que no había nadie que pudiera reconocerme, así que usar la gorra no era necesario. Mi chaqueta estaba mojada, así que la quité de mi cuerpo y colgué en el espaldar de la silla de madera.
Un muchachos nos comentó el menú del día, y ambos pedimos panqueques con fruta y chocolate, dos vasos grandes de café negro y una dona glaseada para Andrea. Ella hizo ojitos cuando el desayuno llegó, y comenzó a devorarse la dona antes de los panqueques. La esponjosidad de la masa le dejó un residuo de azúcar en los labios. Esa vez, diferente a la anterior, le quité el azúcar con un beso nada recatado.
Estábamos hablando, cuando Vladimir envió un mensaje comentando que el Sr. McMurdo estaba en Charleston, pero estaba esperando que la lluvia cesara un poco antes de apersonarse en el rancho. Leí el mensaje y guardé el artefacto en mi bolsillo. Cuando terminamos de comer, Andrea se disculpó para ir al baño y me dejó, con mis pensamientos sobre la mesa. Ya no sabía qué pensar para alejarlos de mi cabeza.
Hasta ese momento Andrea no lo había notado, pero al regresar al baño y llamar mi nombre, cayó en cuenta que la mitad de mi mente estaba en otra parte. Ella se sentó frente a mí y enlazó las manos sobre la mesa. Yo bajé la mirada al salero en el centro, junto a las servilletas y un vaso de metal con algunas flores silvestres dentro del mismo.
—¿Estás bien? —preguntó Andrea—. Te noto algo perdido.
—Estoy pensando en todo lo sucedido.
—¿Te arrepientes?
Ella bajó la mirada a sus manos al pensar que quizá era la culpable de mis pensamientos flotantes, cuando en lo que menos pensaba era en arrepentirme de algo tan hermoso como lo que tuvimos el placer de revivir. Podía arrepentirme hasta del aire que respiraba, pero no de estar con ella, aunque mis ojos transmitieran otra cosa y mis labios permanecieran unidos en una fina línea de la que no era fácil despegarlos.
—No, claro que no. Nunca me arrepentiría de estar contigo —afirmé al apretar sus manos—. Es solo que llamé a Skyler y no contestó. Llamé a Alaya, su hermana, y me dejó con una incógnita. Me dijo que tenía algo importante que contarme sobre Skyler.
No debía involucrar a Andrea en mis problemas maritales, pero no soportaba la idea de callar eso por mucho más tiempo. Además, sabía que igual terminaría comentándole lo que ocurría. Eso no me dejaría dormir por un largo tiempo, hasta que Alaya me sacara de ese infierno en el que ella mismo me metió. Lo bueno fue que Andrea entendió de lo que se trataba contarle algo tan privado como eso, y no me juzgó.
—¿Tienes idea de qué sea?
—Eso es lo que más me angustia. —Froté mi rostro con las manos, y arrastré los dedos por las hebras húmedas de mi cabello—. No tengo idea de qué podrá decirme.
—Seguro es algo bueno.
—No lo es —afirmé con la mirada en sus ojos.
Andrea quitó las manos de la mesa y frunció el ceño. Sabía que ella estaba maquinando varias teorías tal como yo lo hacía, aun cuando no le contaba a totalidad lo que sucedía con mi esposa. Andrea había sido la reina de las mentiras, el engaño y la malicia, así que podía entender lo que las mujeres hacen para cubrir sus pecados. Alaya podía sacarme de la duda, pero no podía pedirme que perdonara a Skyler.
A Andrea la perdoné con el paso del tiempo, pero no perdonaría a nadie más que jugara conmigo como un niño pequeño. ¿Y de dónde salían esos pensamientos? ¿Acaso pensaba que mi esposa me estaba engañando como un vil estúpido? La verdad creí que terminaría loco por tantos pensamientos que golpeaban, taladraban y punzaban como un aguijón en mi cabeza, sin detenerse a darme cinco minutos de respiro.
Andrea cruzó sus brazos y reposó la espalda en la silla.
—¿Cómo estás tan seguro que no es algo bueno?
—No quiso contarme por teléfono. Y la conozco lo suficiente para saber que ella no cuenta malas noticias por teléfono. —Lancé mi cuerpo hacia adelante y reposé los brazos sobre la mesa—. Lo que sea que va a decirme, no es bueno.
—¿Tienes miedo?
—No —respondí de inmediato—. No tengo miedo de ella.
—¿Entonces de qué?
Durante toda mi vida tuve miedo de un millón de cosas: de terminar desnucado en los pies de un toro, a perder a mi padre por ser un suicida, de no lograr ser feliz con la mujer que amaba, de ver cómo perdía mi juventud en las garras de un destino que no veía con claridad. Tuve miedo cuando perdí la memoria y vi cómo se llevaban a todos los animales de papá. Tuve miedo cuando caí en prisión y al ingerir la píldora.
Pasé por tantos miedos que no sabía cuál era el peor de todos, pero el único miedo que tenía con Andrea era no poder terminar de la forma bonita que ella merecía. Mi taheña sufrió suficiente a lo largo de los años como para no tener su final feliz. Tenía un maldito miedo que me calaba hasta los huesos, de no poder ser el hombre que ella necesitaba o ser la persona que ella deseaba que estuviera en su vida.
Tenía un maldito miedo de todo lo que me rodeaba, comenzando por ella.
—De no poder estar contigo. De eso tengo miedo. Me aterra saber que esto es todo lo que podremos ser. No lo tolero, Andrea, y sé que tú tampoco podrás irte así nada más, sin esperanza de volvernos a ver. Ya no quiero vivir esta vida sin ti —pronuncié sin una milésima de titubeo en mi voz o el indicio de una mentira en mis ojos—. Siento que solo a ti se te hace sencillo dejar ir todo esto que tenemos.
Andrea soltó una risa incómoda, antes de lanzar sus manos a la mesa.
—¿Tú crees que es sencillo marcharme y saber que te irás a estar con ella? ¿Crees que es sencillo saber que le harás el amor cada maldita noche? ¿De verdad piensas que no estoy dejando mi corazón aquí? —inquirió al señalarme con el índice—. Que no te pida que te quedes, no significa que no quiero que lo hagas.
—Pídemelo —susurré de inmediato.
—No puedo hacerlo. Sé que si lo hago te quedarías, y no quiero que sea así. —Negó con la cabeza y retrocedió sus manos al atisbar que las tocaría—. Te dije que la última decisión es tuya. Me tienes en tus manos. Solo tú decides si me conservas o me dejas ir.
El peso de la decisión estaba sobre mis hombros, y no sabía qué hacer primero: si hablar con Alaya y aclarar el tema de Skyler, o hablar con mi esposa y decirle que ya no la amaba tanto como tiempo atrás. Lo único que sabía era que Andrea no podía desprenderse de mi vida así tan fácil. Esa vez íbamos a luchar por lo que teníamos, aun cuando el infierno se desatara en esa tierra maldita que pisábamos.
Retrocedí mis manos y fijé la mirada en ella. Andrea estaba decidida a amarme si yo correspondía su amor. Ella seguía casada con Maximiliano, pero era un matrimonio ficticio del que podía deshacerse con facilidad. Ella no lo amaba y nunca llegó a amarlo, tampoco tenía pareja en ese momento, así que la vida le sonreía en ese aspecto, mientras a mí me colocaban una soga en el cuello que me ahorcaba con cada paso que daba.
—Ayúdame a elegir —susurré.
—Ya lo hice —afirmó al pestañear un par de veces—. Te elegí a ti. Para siempre.
Cerré los ojos y le supliqué al cielo una señal que me indicara cuál camino escoger. Me estaba volviendo loco de pensar en cosas que quizá nunca llegarían a suceder. Necesitaba a Charles o las locuras de Erika; ellos sí sabrían darme una buena bofetada con sus palabras y hacerme caer en cuenta que nada me haría más feliz que Andrea. Ella fue mi talón de Aquiles desde que la conocí, y lo sería para siempre.
Andrea no lloró o se entristeció. Ya habíamos acabado con el tema de las lágrimas y el dolor, así que solo quedaba la decisión final. Catorce años después de nuestra noche de sexo en el Álamo, estábamos en el mismo lugar donde iniciamos, pero con un boyante amor que no sentimos en ese momento. Andrea me conoció por una entrevista que salió mal, y yo me enamoré de ella por ser distinta a las demás.
Había llegado el momento de la verdad, y estaba más confundido que el año que estuve sin ella y llegué al punto de casarme con otra mujer para borrarla de mi cabeza. Angie fue un recipiente sobre el que deposité todas mis lágrimas, mis penas, los desaciertos y los infortunios, pero nunca deposité el amor que tenía Andrea en el recipiente en su pecho. Y era que nunca lo saqué, aun cuando me mentí a mí mismo.
Ella estaba allí, frente a mí, pero la sentía distante.
—¿Por qué mejor no hablamos del comprador? —indicó—. ¿A qué hora llega?
—Vladimir me envió un mensaje diciéndome que el comprador ya esta aquí, pero que esperara a que deje de llover para ir al rancho a finiquitar la venta.
Andrea asintió y soltó un suspiro. Caí en cuenta que ese era el último día que estaríamos juntos. Todo había sido tan rápido y tan feliz, que olvidé por completo que ella tenía que irse a Nueva York en cuanto colocara las llaves del rancho en las manos de alguien más. También solté el aire que comprimía mis pulmones y recogí mis manos alrededor del salero que quité del centro y arrastré hasta mi punta de la mesa.
—¿Te irás?
—Sí —susurró entristecida—. A primera hora mañana, regresaré a Nueva York.
Asentí y sentí el escozor de la despedida arder en mi garganta. Relamí mis labios y miré hacia la ventana, donde estaba estacionada la camioneta. La lluvia no cesaba, el aliento quedaba marcado en los ventanales y nadie caminaba por la calle. Toqué el vidrio con la punta de mis dedos y tracé la a de Andrea con mi dedo índice. Ella emitió una ligera sonrisa y carraspeó su garganta al apretar sus brazos al cuerpo.
—Debemos hacer algo para… —me detuve al sentir la palabra en mi boca.
—¿Despedirnos? —preguntó entristecida.
—No. —Negué y me coloqué de pie—. Yo no quiero despedirme.
Extendí mi mano para que se colocara de pie, tiré de sus codos y apreté su cuerpo al mío. Inserté un mechón de cabello detrás de su oreja y acaricié sus enrojecidas mejillas. Estaba helada, como un trozo de hielo. Andrea me mantuvo la mirada y movió sus ojos por todo mi rostro, antes de detenerlos en los míos. Ella insertó las manos bajo mis brazos y tocó mis costillas, antes de acercarse un poco más y rozar mis labios.
—¿Qué sugieres?
—Una cena —respondí al sentir la piel de sus labios—. Yo cocino.
—Eso me gustaría.
Ella rozó levemente nuestros labios, pero no me dejó besarla. Despegó su cuerpo del mío, le agradeció a los dueños el servicio y señaló mi chaqueta en la silla. Nos cubrimos de nuevo para subir a la camioneta y regresar al rancho. La electricidad ya había regresado, por lo que nos sentamos en el sillón de la sala, frente a la chimenea. Andrea preparó chocolate caliente y se recostó a mi lado, con una manta en nuestras piernas.
Así estuvimos hasta llegadas las cinco de la tarde, cuando le comenté que prepararía la cena. Andrea amaba el pollo, así que opté por una ensalada verde con aderezo de mantequilla de maní, acompañada de vino tinto. Preparé todo lo necesario, mientras Andrea encendía la radio e intentaba encontrar una emisora que trasmitiera bajo la lluvia. Cuando se cansó de buscar, regresó a la cocina y sirvió vino en los vasos.
Le indiqué que me ayudara a rayar un poco de queso para el pan que haría al horno, antes de escuchar levemente como si alguien tocar la puerta. No le presté atención; creí que se trataba de un sonido que mi mente creaba por el Sr. McMurdo y su visita. Seguí revolviendo la cacerola con el pollo, cuando Andrea se detuvo y agudizó el oído.
—Están tocando la puerta.
—Yo voy —articulé antes de besar sus labios—. Debe ser el Sr. McMurdo.
Troté hasta la puerta y abrí confiado, sin pensar que una persona ajena a la esperada era quien tocaba mi puerta. Ante mí se posaron un par de ojos marrones que conocía muy bien, junto a unos labios rojos y un cabello con reflejos dorados. Una sonrisa se expandió en su rostro y sus ojos brillaron con ímpetu al estampar un beso en mi boca.
—Hola, cariño —saludó al limpiar el labial de mi boca.
—¿Skyler? —pronuncié, perturbado por su visita—. ¿Qué haces aquí?
—Tengo una excelente noticia. —Ella tocó mis hombros, movió un poco su cuerpo y respondió—: Tú deseo se hizo realidad. Seremos padres, Ezra.

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Aime me mataste, mataste todo lo que tenía.

La odio joder, la odio demasiado; ¿POR QUÉ CARAJOS TENÍA QUE LLEGAR ALLÁ? la detesto, quiero que se largue. Que desaparezca y si no es posible, entonces que muera.

La odio Aime, ¿por qué haces eso? Tengo tanta rabia joder, todo iba tan bien. Pero tenía que aparecer la estúpida de Skyler, tenía que aparecer la desgraciada esa. No que vaaa, la odio.

Aime por favor no, no alargues este sufrimiento; ¡Dios mío! Andrea, Andrea escuchó eso. No puede ser posible, Aime Diooooos mío. Tengo un mal sabor de boca, quiero golpear algo. Quiero quemar algo, me dan ganas de... Mejor ni digo.

Es que no pudo decírselo en otro momento, tenía que ser allí... Justo allí en el Rancho, justo cuando estaba Andrea presente, no pues ¡perfecto! La bruja esa.

La verdad se me bajó todo, ya de pana no tengo ni ánimo. Fue horrible, fue lo peor de pana.

Que pedazo de zorra

NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO maldita ZORRA IMUNDA como puede hacer eso, como puede dañarle la vida de esa manera lo sabia estaba claro que si Steven la rechazaba ella le iba a decir a Ezra que era de el definitivamente ODIO a esta Bruja imunda, Pobre Andrea tener que ver a la Víbora en persona NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO

Zorra maldita merece lo peor por indilgarle un hijo que no es suyo y ahora sí va a verlo cuando nunca le gustó acompañar a Ezra le va a romper el corazón a Andrea porque Aime ya quiero que Ezra hable con Alaya para que se le caiga el teatrito a la perra de Skyler y a Steve esto es indignante y muy doloroso mil veces maldita Skyler la odio.

No puedo, osea no está bien, algo debe pasar, ellos deben estar juntos lo merecen. No es justo que Skyler la perra venga y diga eso cuando nunca quiso un hijo con Ezra sino con Steve, no es justo, ellos deben ser felices. Justo ahora estoy llorando, porque después de que ellos confirmaron su amor, de saber que nunca amarán como lo hacen entre ellos, sabiendo que son el amor de su vida viene esta vieja a querer hacerse la mártir cuando lo ha estado engañado todo el maldito tiempo en que se conocen! No es justo, ella no lo merece y si la vida no es justa pero ellos ya pasaron por mucho, simplemente no puedo con este final de capítulo, no puedo y me duele en mi cocoro saber que él le va a creer y los días que pasaron juntos, el amor que existe entre ellos se va a tener que separar ahora definitivamente por culpa de esa zorra, osea no puedo, mi corazón sufre junto con el de ellos y me frustra saber que no pueden hacer algo, mi corazón llora por la pérdida de Andrea y Ezra, lloro por su amor, lloro por que no pueden ser felices como quieren y merecen.

Y aquí le hará el teatro d mujer engañada, acusándolo d infiel (ambos lo fueron ehh) y ni modo, Andrea tendrá q partir con culpa y dolor x la despedida.

¿Por qué carajos tuve que presentarse en el rancho? ¿Cómo carajos tiene la decencia de ir a decir que seran padres? Odio a esa mujercita 😡 La odio por ser un jodida perra 😡 Porque daña todo lo que ha sucedido entre Andrea y Ezra 😡
¡Ay, Dios Mío! Otra vez Andrea tendra el corazon partido 💔☹ Te detesto Skyler 😡😡

Que mania la de skiperra de ganarse odio y en exceso 😤😤😤😤

🤤😲😱😨..... xq ahora xq?...

No eso mo es posible Skyperra no lo tolero es una perra pero pronto se cabara su teatro no lo tolero y se que algo le hizo a Steve y tendra que pagar or ello pobre de andrea enterarse asi no es justo mil veces perra skiler👹

Q maldita! 😡

Como asi...pues...sin palabras 😑

Buff no la sorporto que aborrecia quiero que muera yaaaaaa.......!!!!!

Se pone interesante la cosa!! 😏 no dejes de escribir Aime!! 🙏🙏

Aaayyyy esto no me lo esperaba....es una perra maldita. Por favor que se descubra la verdad pronto. No puede ser tan desgraciada! !!! Ahora si que Andrea va a querer irse y el pobre Nicholas atrapado en la telaraña de esa bruja 😢😢😢

Mierdaaaaaaaaaaaaaaaaaaa.!!!!!!! jolines Aimeee que cruel eres no pudiste buscar otro momento.!!!! aunq sospecho que la hermana la va a delatar.!!!!

Oh mi Dios 😱 está grandísima zorra le viene a meter el muchacho a este solo porque Steven la mando a comer mierda

Ahí vamos de nuevo al sufrimiento, alejamiento y con el corazon de pollo de mi Nico que ira pasar

Hola Aime Yajure espero que estes bien, por fin logre entrar a medias a steemit y feliz porque pude seguir leyendo esta hermosa historia como lo es Alma Sacrificada, sigo enamorada de los personajes Andrea y Nocolas

No puede ser tan descarada esta bruja. Sabia q le iba a encanjar el bebe a Ezra. Pero ir hasta la granja y esta Andrea.,..hay mi Dios.

¡@aimeyajure! Muy bueno el contenido, sigue asi!

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