New York, noviembre 14, 1955.
Fecha cercana y la época de frío comenzaba a dar primeros avisos con corrientes heladas por las noches y brisas constantes por el día. La ciudad seguía su curso común sin ningún cambio más que reclamos en la puerta de mi edificio que logran interrumpir mis sueños. Sueños en los que vuelo directo fuera de esta ciudad, esta ciudad me odia, me detestan. Es todo una mierda. Que increíble es que las personas te hagan odiar tu hogar natal, me desgarra. El alboroto no cesa y necesito más de 10 minutos para volver a hacer yo en mi estado natural como civil que soy, o creo que a los ojos de la sociedad actual no lo soy.
Para cuando me levanto y veo por la ventana directa a la calle en la habitación, es lo mismo de siempre, personas reclamando con bastones y rastrillos cantando al unísono una canción que jamás había escuchado en mis 25 años de vida. Ni ritmo tienen los desgraciados.
El pasillo que conduce a la cocina se asemeja a una heladera gigante, imagino que habré dejado alguna ventana abierta. La misión termina cuando llego a la cocina y preparo un dulce al paladar gustativo de la alta clase, aunque yo ni me acerque a tener demasiado dinero, al que llaman té. Es lo más delicioso que hay en la vida. ¿Y por qué no? Un cigarrillo sustituyente de un aburrido emparedado. Cuando doy la primera calada, la disfruto tanto que no caigo en cuenta que aún tengo el humo en la boca, cuando lo expulso miro el estado gaseoso perderse en el aire, esfumándose..., ¿y si yo soy como un cigarrillo? Poco a poco, me van absorbiendo la felicidad, se esfuma, como el humo; al final no quedará nada, como la colilla. ¿Por qué hago la metáfora? Hago un repaso rápido.
Me llamo John Carpenter, me considero un joven activo en busca de oportunidades y puertas que abrir para alcanzar lo que todos queremos, una vida tranquila haciendo lo que nos gusta. ¿Y qué es lo que me gusta y apasiona? La fotografía, desde que vi la primera cuando era niño, mi curiosidad me hizo cuestionarme «¿Qué es esto?», «¿Cómo se hace para tener una de estas?» y pare de contar preguntas sin orden alguno. Me enamoré a primera vista. Hasta ahora tengo una mejor amiga que me ha ayudado a conservar recuerdos de hace años y hacerlos vivir como si fueran el presente. Una cámara Gandolfi Quarter Plate. Antigua para la época pero con una gran símbología detrás. Regalada por mis abuelos, sacaron el dinero de sus ahorros para obsequiarmela luego de romper la primera que tuve de juguete cuando niño, desde entonces había sido mi más grande sueño poder tener una en mis manos —que sí sirviera para lo que es, no como la de juguete que no hacía nada— y fotografiar lo que sea. Ya se podrán imaginar el valor que le tengo. Es complicada de manejar, pero si se tiene la suficiente paciencia se pueden plasmar increíbles imágenes a blanco y negro sobre el lienzo. Se preguntarán por el alboroto en la puerta de mi edificio..., la gente de esta ciudad me considera como un machista, manipulador, morboso y vil maniático sexual al querer dedicarme a lo que hago. La fotografía de desnudo. Pensé que era algo ya superado, tal parece que en New York aún no llega la actualidad. Por mi viaje en Francia, hace aproximadamente 3 años, descubrí lo que ahora puedo llamar "profesión". No es algo sencillo este tipo de fotografías ya que se debe de contar con buena luz, excelente ángulo y buenas modelos para el erotismo. Lo que la gente en esta aburrida ciudad no entiende, es que no lo hago desde un punto de vista sexual o morbo, me encanta como luce una mujer al desnudo, poder capturar sus curvas en sólo un papel es lo que más me apasion...
Un llamado a la puerta interrumpió mi estadía en el mundo de fantasía en el que me había transportado. Tanto así que ni me fijé que el fuego que consumía el cigarrillo, estaba a nada de irritar mi piel de los falanges en donde sostenía el tabaco. Lo solté en la mesa sin pensar y agradecí a que fue la puerta lo que me distrajo y no el haberme quemado.
La cara de enojo habrá sido tal que mi madre al verme se pasmó. Enseguida cambié el rostro.
— Hola, mamá. — La abracé con el mayor de los cariños.
— Sí, lo sé. No trates de ocultarlo, también vi el alboroto abajo.
— Ya.
— Me cansé de advertirte, "John, es algo peligroso" "John, esto no es Francia". Y no me escuchaste en lo mínimo. — expresó dramática.
— No empieces, ya habíamos hablado sobre eso. Esto es mi problema y yo lo resuelvo. Además, ya no vienen tan seguido. — Lo bueno de vivir lejos de mi madre es que puedo mentirle con este tipo de cosas.
— Lo único que me alegra es que seas tan decidido como tu padre.
Que mencione a mi padre, hace que se me caiga el alma a los pies. Su nombre no debería ni ser mencionado, no por ser alguien malo, sino por su muerte. Todo lo vinculo con él.
— No sé para qué viniste, hoy tengo trabajo.
— Soy quien te dio la vida y vengo cuando yo quiera. Espero mi taza de té en la sala.
Su actitud por lo lejos de molestarme, me hizo gracia. Tiene razón, además, quedé con la chica a las 11 a.m y según lo que marca mi reloj de bolsillo, faltan dos horas.
(...)
Luego de una hora soportando el sermón de mi madre, pude ir a alistarme, como siempre, sentía que iba tarde. Me duché más rápido que nunca, me vestí cual caballo al galope y preparé mi cámara con lo necesario en su respectivo maletín. Hace 30 minutos pararon los gritos de mis mil demonios, lo cual agradecí por lo bajo mientras descendía las escaleras del edificio. Repasé que tuviese todo para evitar regresos inoportunos y retrasos no deseados.
Al salir, procuré mirar fijamente al suelo, sólo para pasar desapercibido a la estación de trenes cercana. Alcé la mirada para procurar que iba por el camino correcto, fue allí cuando me topé con el pesado periodista. Me miró fijamente intentando intimidarme, lo hizo de arriba abajo como si buscase algo. Para restarle, caminé lo más erguido posible con mi más grande ego. Al pasar a su lado, cambió la noticia que este anunciaba a viva voz.
— ¡Machismo y perversión! ¡Extra! ¡Extra! Hombre fotografía mujeres desnudas para la venta y forrarse de dinero con ellas.
— Que titular tan malo. — Expresé burlándome con la mejor sonrisa que usaba como gancho con mujeres. Siempre trataba de buscarle lo divertido a tanto odio.
— ¡Machista! ¿Por qué no fotografías a tu madre sin ropa?
Hay ciertas cosas que tolero, pero todos poseemos un límite en el que quizás, como yo, sobrepasamos cada día. Con mi mayor molestia ocultada bajo una burla poco creíble, sonrío y me gozo lo que digo, como si mi lengua acariciase cada letra.
— Porque para eso tengo a la tuya.
Satisfecho con mi retirada victoriosa, seguí mi curso normal, como si nada hubiese pasado. Ahora imaginen persona como él —que ahora me está gritando cualquier cantidad de palabrería pesada a mí y a mi madre— pero en conjunto insultando cada día como un martirio infinito, como si fuera a dejar de hacer lo que hago por su odio. Más bien me nutren y me enseñan lo muy mierda que es este pueblo.
Para cuando ya estoy abordando el tren y me siento en un puesto vacío, aseguro que no hayan personas mayores dentro del andén para aplicar mi majestuosidad y caballerosidad, ofrecerles el puesto y si me lo niegan por quien soy, vuelvo a tomar asiento. Tal cual. No tengo que demostrarle nada a este lugar.
Mis pensamientos divagan una vez más y prefiero contarles más de mí en el largo trayecto en tren hasta mi destino.
Quizás se preguntarán, ¿cómo es que digo que vivo de esto si mucha gente me odia? Simple. Hice un amigo en una panadería en la cual trabajaba mucho antes de ir por primera vez a París, de hecho, era y sigue siendo el dueño de dicho comercio. Él y su familia son quienes me enseñaron a soportar a los neuyorquinos —es irónico porque me odian tanto como odian a un negro, y eso que soy americano natal— su esposa, hijas y abuelos, me quieren como a uno más de la familia. Se llama André Vial y es de los sujetos más agradables del universo, al menos conmigo lo es, a todos les parece amargado y de carácter fuerte. ¿Y les vendes las fotos a él y a su familia? No, él va a Francia cada 2 meses, y allá como ya dije, es de donde aprendí todo lo que sé sobre la fotografía nudista. Entre los amigos que hice allá y André, venden mis fotografías al público mediante métodos muy franceses. Venden más en bares, por el morbo, aunque no estoy muy de acuerdo, es lo que me da de comer. Ellos se quedan con un 10% y el resto para mí. ¿Cómo es que no te has ido de esta ciudad? Como es cada 2 meses, me queda la soga al cuello para gastos, nunca puedo gastar más de lo habitual porque los impuestos que pago en viviendo, son altos, aunque sean los más bajos a nivel social. Obviamente, si no tengo para gustos, mucho menos para un boleto de avión.
El tren se detiene de golpe en la estación que me corresponde bajar, camino fuera de la estación para emprender mi aventura. Tal parece que en aquella zona no era muy conocido, quizás por lo poco que salía del centro, esta era más zona de gente con poder adquisitivo. Pregunto cada vez que me pierdo, la chica con la que me presento hoy me había dejado una carta escrita al dueño del bar al que voy más a menudo de lo que debería. Cuando por fin tengo en frente una gran casa con jardín incluido y puerta de caoba, mis manos comienzan a temblar, nunca me pasa esto porque con la mayoría de mujeres a las fotografío no les pago por nada, seguramente esta mujer le tenga que dar las ventas de 8 meses y algo más. Por otra parte, la categoría aumentaba.
Justo cuando me propuse a tocar la puerta la abrieron, un hombre vestido tan elegante que supuse que no era su hogar.
— Querida, llegó el fotógrafo. — Pronunció en voz alta para llamar a su mujer..., y mi cliente.
— Enseguida. — Gritó ella para ser escuchada, al parecer de un sitio lejano de la casa.
Me sentía como un vagabundo entre esta gente, pero recordé que me puse mis mejores pintas y no hago tanto el ridículo. Una mujer amplió más el ángulo de la puerta para mostrarse ante mí, lo que puedo asegurar como la mujer más hermosa del mundo. Ojos azules, cabello castaño y piel blanca, curvas excepcionales y buena distribución del cuerpo. Una diosa. Su delicada figura encajaba perfecto con la ropa, casi provocaba verla sin ella. Sin ella, sin ella, a lo que vine..., las fotos. Carraspeé y por fin pude vocalizar.
— Buenas tardes, recibí la carta que me dejó en..., la recibí. — En mi mente lo dije completo, pero cuando cuando hablé, corté todo.
Sonrió y puedo asegurar de ahora tenía una curva más, y es la más sexy y atractiva que tiene— Sí, sí. Tranquilo. Pasa. — Me ofreció tan dulce, pidiéndole permiso al esposo para yo pasar. Podré parecer un niño, pero aún estoy empezando la vida con los 25.
Claramente está historia es inventada, no está para nada vinculada con historia real. En esos tiempos ya era aceptado a nivel social las fotos nudista que ahora se usan más para perversión que para otra cosa. Muchas gracias por leer, te lo agradezco un montón si dejas un voto, si no, igualmente muchísimas gracias.
foto extraída de; pinterest.es para ambientizar época de la historia.
Muy bueno, tienes mi voto.
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Tan bella, ¡gracias!
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No sé si eres escritor de profesión, realmente disfruté. Quedé con ganas de seguir leyendo.
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