TU DOBLE PERSONALIDAD
El bien y el mal son dos conceptos con los que convivimos. Nos identifican e influyen en lo que somos. Vivimos en base a lo que creemos que son sus reglas, elegimos conforme a ellas, actuamos y nos juzgamos según las mismas.
Lo bueno y lo malo interactúa tan intrínsecamente con nosotros que tales conceptos terminan por definir nuestra propia identidad. Y esto tiene un alcance fundamental en nuestra vida.
Hablamos de conceptos antagónicos que se excluyen (lo bueno no es malo – lo malo no es bueno) y cada uno de nosotros es expresión de las dos cosas. Existimos en ambos universos al mismo tiempo: somos buenos pero a la vez malos y a la inversa: esa es nuestra “doble personalidad”.
Todos existimos en dos estados. Como aquel legendario Doctor Jekyll, convivimos con un Mr. Hyde. Somos un monstruo oculto bajo la apariencia inocente que mostramos y a la vez podemos ser ese inocente y portar la apariencia del monstruo que podemos ser (dualidad de la que podré hablarles luego).
El punto es: convivimos con nuestra propia dualidad.
EL BARRO DE LA PASIÓN HUMANA
Nuestra dualidad es resultado de ambos conceptos, el bien y el mal. Pero tales conceptos son construidos subjetivamente. Cada quien atribuye la condición de lo que es bueno o malo y lo hace en consonancia con lo que le dictan sus aspiraciones, intereses, deseos, impulsos. Decimos: “Esto es bueno porque para mí es bueno”.
Lo dramático es que cada decisión que tomamos nos define, no podemos dar explicaciones de “nuestras razones” sobre lo que “es bueno” para justificarlas. Las decisiones son siempre para los demás motivo de evaluación, una razón más para ponernos en uno u otro cajón de las categorías en que siempre encasillamos a los demás.
Pero recordemos que mientras construimos la identidad de otros convirtiéndolos en circunstanciales héroes o villanos, a cada momento nosotros mismos somos una u otra cosa para los demás.
Montados en esta dicotomía esencial del bien y el mal que construimos subjetivamente podemos llegar a justificar el amor y el odio. Amar u odiar con pasión plena. Convencidos de estar en lo correcto al haber amparado los fundamentos de nuestras pasiones en lo que creemos que “está bien”. El bien y el mal son el barro con el que se moldean nuestras pasiones y esto es importante porque las pasiones son aquello que nos enfrenta o nos une.
Ese barro es en realidad una mezcla caprichosa de lo que pensamos que es bueno o malo, sin embargo lo que creemos pudiera estar equivocado. No obstante con ese barro modelamos nuestra pasión y con esa pasión defendemos nuestra identidad, nuestras posturas.
Eso nos lleva a las preguntas: ¿qué es de verdad lo bueno y qué lo malo?, ¿quién puede enseñarnos lo bueno y lo malo? En épocas como ésta, de tanta relatividad es una pregunta debatible y ustedes podrían dar su respuesta.
¿Es importante que coincidamos, como especie, en ciertos criterios sobre lo bueno y lo malo? ¿por qué? ¿o es todo relativo? ¿Ustedes qué piensan? comentarios amigos ¿se animan?
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