SENTIRSE SOLO NO ES BUENO
La soledad puede ocupar todo el espacio a nuestro alrededor si nos entregamos a ella.
LA SOLEDAD TAMBIÉN SE ELIGE
Podemos experimentar la soledad muchas veces en nuestras vidas y siempre entenderla como la consecuencia de una situación ajena, que nos llega como una maldición para anclarnos al dolor. Pero en realidad es lo contrario, la soledad puede ser liberadora.
La soledad no es ajena a nuestra decisión de sentirnos o de estar solos sino que justamente, la soledad es una elección que hacemos sin estar plenamente conscientes de ello.
Pero ¿cómo puede alguien "elegir" estar solo cuando tal elección le llevará al sufrimiento? ¿Quienes sufrimos de "soledad" acaso tenemos un espíritu masoquista y autocompasivo que nos encamina a la desdicha solo para confirmar que estamos predestinados a ser infelices?
LA SOLEDAD COMO ESTADO DEL ALMA
La respuesta a lo anterior es "no". Nadie está predestinado o fatalmente maldecido con el karma del dolor por culpa de la soledad.
Esto es así porque hablar de soledad es hablar de cómo elegimos sentirnos frente a la vida cuando no somos capaces de ver a nadie a nuestro alrededor.
Sentirnos solos es sufrir la experiencia de un vacío a nuestro alrededor que nos aísla. Y como nos rodea un abismo es imposible notar al otro que está a nuestro lado. Tal vacío no es otra cosa que un paradigma: el paradigma del vacío, paradigma de la isla desierta.
Quedar atrapado en un paradigma no es lo mismo que "estar solo".
Cuando uno se siente solo tiene que saber abrir los ojos a esto. Por eso decimos que la soledad es más bien un estado del alma: pues nadie puede estar jamás del todo solo. Incluso en una hipotética situación límite donde ya no exista nadie en nuestras vidas, siempre al menos nos tendremos a nosotros mismos para recordarnos que podemos seguir adelante, que no debemos caer al abismo del paradigma del vacío.
DEPENDER DE OTROS
La soledad es un paradigma, es un "estado del alma". Estamos "solos" porque llevamos un vacío interior, un vacío de algo (o de alguien) que nos acompañe para recordarnos que somos valiosos. La soledad es el vacío de una compañía que nos sostenga o que sea el puente que nos vincule con lo bueno que hay en nosotros mismos. Pero nada puede ser puente cuando un paradigma nos muestra rodeados de abismo.
Ese vacío es consecuencia de una dependencia de la aprobación de otro, esta dependencia es tanto más fuerte cuanto menor sea nuestro autorespeto y autoaprobación, cuanto menor sea nuestro amor propio. Sin amor propio, sin dignidad es más fácil caer en la soledad.
Pero al mismo tiempo ocurre una paradoja: la soledad como estado del alma justamente es un síntoma de amor propio. Pero de un amor propio desajustado. Un amor enfocado en el yo.
LAS FORMAS DEL AMOR PROPIO
El autorrespeto es fundamental para librarse de la soledad y de la autocompasión que no sirve para nada. La forma degenerada del autorrespeto es una forma de falso amor enfocado en el yo: hablamos del egoísmo. El egoísmo nos transforma en víctimas fáciles de la soledad.
El egoísta se ama a sí mismo más que a nada, por eso no puede mirar más allá del vacío que siente, porque está enfocado en su propio dolor, en su circunstancial sufrimiento.
Si prestamos atención, veremos que la soledad es una venda negra en los ojos del alma, una venda que nos impide ver que hay otros que necesitan de nuestra compañía.
NATURALEZA DE LA SOLEDAD
La soledad refleja un vacío ilusorio porque en rigor de verdad, somos libres de elegir con qué llenarlo. La soledad es una elección.
Creemos que "estamos" solos, pero no lo estamos: solo "nos sentimos" solos. Además, la soledad puede sentarse junto a nosotros, en esa silla vacía, para recordarnos los buenos momentos y soñar con lo que nos queda por vivir.
La soledad envejece. Cuando la soledad se instala hace descomunalmente pesados los años, porque tiene la macabra habilidad de eternizar cada segundo: es por eso que sentimos esos mil años de soledad como una caída interminable en un abismo muerto que nos "enferma".
LA SOLEDAD SOBRESEÍDA
La soledad nos envejece y asfixia, pero sólo si lo permitimos. La soledad tiene muy mala prensa, porque en realidad suele ser una gran consejera. Puede enriquecernos, puede madurarnos, y muchas veces era necesaria.
Lo notamos y lo entendemos después de mil años y cuando ya se ha ido, si hasta de vez en cuando la extrañamos. Sólo se trata de buscar en lo alto y mirar alrededor. Habrá que saber distinguir cuando se nos haya convertido en un estado del alma, de un alma atrapada en un paradigma.
La soledad puede ser liberadora cuando justo atrapados en la trampa de su abismo recordamos que somos llamados a una misión, la de redescubrir la belleza de la vida a nuestro alrededor. Alejarnos para observar el mundo desde la introspección, poder encontrarnos con nosotros mismos también puede ser una práctica enriquecedora. Sólo se trata de cambiar la mirada para deshacernos de lo que nos ata a nuestros paradigmas para entender que en un mundo lleno de gente que nos necesita nunca estaremos solos.
imágenes de https://pixabay.com
Excelente artículo sobre la soledad bastante profundo sobre un tema que muchas veces mal interpretamos y conocemos muy poco.
Por cuenta propia debo confesar que la he experimentado en demasía a pesar de estar rodeado de varias personas.
En fin muy buena nota para leer una y otra vez y reflexionar con esta.
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