ETAPA 13
Capítulo 7
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Su familia evitó que pasara por este momento, pero ella se sentía más segura, ésta decisión la había hecho madurar, aunque por el momento no la había ayudado a recordar.
Habló con Melissa y Julián sobre la frustración que sentía pues ella estaba convencida que llegar allí le traería su pasado.
-Tu vida antes de ese día fue corta, no hay tanto, no deberías preocuparte- comentó Melissa tratando de convencerla que no valía la pena-
-Ese esfuerzo solamente te lastima, deja tu cerebro en paz, mira hacia adelante- le aconsejó su padrastro, procurando conformarla.
-¡Yo tuve una vida antes, quiero acordarme de Marta, de mi abuela que me amó, jugó conmigo y ya no tengo la posibilidad de armar recuerdos nuevos, como los tuve con los demás!.
-Yo puedo contarte, hija- su madre quería reconfortarla.
-¡Quiero recordar los juegos con mi padre, todo el mundo recuerda algo de esa edad aunque sea fugazmente.
- También puedo contarte cosas de Néstor.- Melissa no cesaba en darle esperanzas.
-Pero quiero recordar los sentimientos, nadie puede contarme eso ¡tengo derecho a recodar esas sensaciones!.
La familia quedó asombrada al ver que realmente ella necesitaba recordar, pero debería tranquilizarse y resignarse, hay situaciones que se alejan de la voluntad de la gente.
German sútilmente poniendo en marcha todas sus herramientas fue integrándose a la familia Dovico. Cada vez conocía más los perfiles de Julián y Melissa, mientras que Aldo, envuelto en su experiencia de vida iba moldeando una desconfianza que nacía de su instinto, sus años y su capacidad de observador, no le gustaba la manera en que el joven escudriñaba en los misterios de la gente que él amaba.,no le parecía conveniente ni bueno.
Los demás no lo notaban pero Aldo que se escondía detrás de sus anteojos, muchas veces lo miraba hurgando entre libros o preguntando cosas que no tenían que ver con el trabajo sino con la vida privada de Julián y Melissa sobre todo. Si el abuelo hacía algún comentario al respecto le hacían bromas diciendo que solo estaba cuidándole la novia a Guillermo y por eso no lo quería. Pero Aldo sacó resumen de los actos y escaramuzas en los que observaba que el joven arquitecto indagaba sobre la parte económica de la familia. Lo había escuchado en algunas ocasiones hacer preguntas que para su manera de ver, eran indiscretas, pues se relacionaban más con la vida privada de su familia que con el trabajo que vino a hacer.
A Melissa le gustaba German para Clara, era más simple y sus intereses comerciales estaban más afines con los de ellos, así todo quedaría en familia.
Clara había acordado con Joaco encontrarse aquella mañana de domingo, los últimos atísbos de la primavera se estaban esfumando, el día pintaba frío, la niebla todavía andaba baja jugando con el sotobosque, humedeciendo y dando un tinte diferente a aquella primavera tímida.
Julián, Melissa y Gerónimo aún dormían, Aldo se escuchaba arrastrando las pantuflas en el piso de madera. Clarita bebía una taza de chocolate bien caliente, mirando el privilegiado lugar donde vivía desde la ventana del cálido living de su casa, vigilando la llegada de su amigo, tras el humo de su taza lo ve llegar, lo saludó con la mano, le dijo que esperara un momento con un gesto, resopló una vez para beber un último sorbo después de inhalar su aroma, dejó su desayuno a medio terminar y salió. Lo saludó con un abrazo fraterno, Joaquín era el único que la comprendía realmente, él era como su hermanito mayor, vibraba con los temores y las imprudencias de ser de la misma generación y vivía estas escapadas como una aventura de niños. Estaban muy abrigados, comenzaron a caminar pero esta vez tomaron otro camino, uno que se notaba poco en el dibujo del bosque, no como el de siempre que se parecía al que hacen las hormigas con sus fluidos químicos, casi nadie iba por esos lados, pero los jóvenes ese día se impusieron esa meta. Se propusieron descubrir qué recorrido había hecho aquella flacucha rubia de ocho años cuando volcó su memoria al fondo del foso.
Crujían las ramas y a veces tropezaban con las raíces de los árboles, pues no se veían tapados por la nieve cristalizada que le costaba fundirse por la sombra. Los ciervos andaban libremente, era raro que alguien los sorprendiera. Ya habían hecho un largo tiempo de camino y allí a unos metros divisaron un par de puertas de hierro negro algo despintado, sostenidas por dos columnas fuertes de piedra, unidas a los palos que iban conformando el cerco descuidado de la cabaña de Julián.
Le pidió a su compañero de toda la vida que fuera con ella y que no le preguntara nada porque no sabía la respuesta. Tal vez aquel día había venido a verlo a July, analizaba Clarita y de regreso a su casa se desvió por otro camino, o se perdió, no sabía cuál era la razón pero algo dentro de sí la guió hasta ese lugar.
Saltaron el cerco con un poco de esfuerzo. Todo lucía casi abandonado, los pasos se oían claramente haciendo eco en la soledad infinita y solitaria del bosque. Hacía años que no iba a ese lugar su visita se había desalentado por la familia y su interés tampoco era tan absoluto como para enfrentar los deseos de los que tanto la cuidaban. Probaron la puerta del frente y estaba cerrada con llave, fueron por la del fondo y lo mismo. Comenzaron a tocar las ventanas, eran de vidrio repartido y una tenía un cuadrado roto, ayudándose con una tabla bajaron el pestillo del postigo, empujaron y entraron.
-¡Si July sabe que ando por aquí sin avisar….!- deslizó la joven atrevida a sabiendas que estaba haciendo algo indebido.
-¿Qué tiene de malo esto, aparte que entramos por la ventana?- se sacaba culpas Joaquín poniendo argumentos.
-A mí me parece, razonando un poco, que a mamá y a Julián no les gusta que yo venga.
-¿Y por qué?-. Preguntó Joaquín mientras iban recorriendo lentamente la habitación por la que habían entrado.
-Es que nunca tuvimos la costumbre de venir, porque acá Julián pinta y no hay que interrumpirlo.
-Bueno, hoy sabemos que está durmiendo en tu casa- murmuró entre dientes Joaco, tratando de justificarse
-Es cierto, hoy no pinta, no dijimos que vendríamos, esto está mal ¿no?- Clara se sentía culpable.
-Yo no sé qué buscas aquí- dijo Joaquín
-Bueno sucede que aquel día ¿de dónde podía venir yo cuando tuve el accidente?.
-Las opciones son pocas-
-O me perdí antes de llegar aquí…
Los nervios de los primeros momentos se fueron calmando, la charla descolgada se apaciguó, caminaron por allí, miraron todas las pinturas que jamás fueron llevadas a la casa, algunas estaban colgadas, otras apoyadas contra la pared y dos en atriles. Eran hermosas.
Clarita se acercó a una que estaban cerca de la chimenea, que tenía leños como si hiciese poco tiempo estuvieron encendidos, se quedó parada y tomaba los bastidores recostándolos sobre sus piernas para no dañarlas y poder ir mirando las que estaban detrás. Las tres primeras tenían siervos, bosque, arroyos de deshielo. Una tenía a alguien que podía ser Melisa, tiempo atrás con el cabello largo hasta mitad de la espalda, era muy difusa pero tenía un medallón apoyado en la palma de la mano abierta, con el brazo extendido.
-¡Mira esta pintura Joaco!- La joven se veía ansiosa.
El joven la miró.
-Es linda.
-¿Será mamá?, la medalla tiene unos arquitos en los bordes-.
-Bueno, los pintores imaginan cosas ¿no?.
-¿Será…?.
Volvió a dejar prolijamente las pinturas como estaban, anduvieron un poco más hasta la cocina. Donde algunas tazas dadas vuelta sobre el secador de platos daban cuentas que Julián pasaba allí mucho tiempo por temporadas.
Salieron por donde habían entrado, cerraron la ventana como la habían abierto, saltaron otra vez el cerco y quedaron en la inmensidad del bosque que confunde la perspectiva si no se es baqueano de la zona.
-Si te quedas parado aquí- dijo Clara señalando el pórtico de la entrada-¿ te orientas hacia el pozo donde me caí?.
El amigo de la joven observó su alrededor, dudando contestó-
-Yo crecí corriendo en estos lugares, pero es todo igual, si quieres lo intentamos.
-¡Vamos entonces!.
Joaquín se perfiló buscando el objetivo, en la zona se notaba que nadie caminaba nunca. Clara lo seguía en silencio, se habían sacado los abrigos pues la caminata los había hecho entrar en calor. Había un arroyo algo ancho, caminaron un largo trecho corriente abajo, en un lugar encontraron un puente de madera muy viejo en mal estado. Cruzaron con cuidado y temor a que se rompiera, una vez del otro lado siguieron caminando con dirección sur, aunque a estas alturas Joaquín ya había perdido el tino. Siguieron la caminata por largo rato, ya había pasado el mediodía y lo que veían era cada vez más desconocido.
-¿Adónde estamos?-
-No sé, me pareció que quedaba por este lado- dijo Joaco más desorientado
-Te das cuenta entonces si el pozo no es por acá, es que yo ese día no venía de la cabaña de Julián.
-Es seguro, ahora vamos a volvernos por donde vinimos para no perdernos
- La próxima vez vamos a hacer al revés- reflexionaba Clara tratando de organizarse.
-¿Qué quieres hacer?.
-Vamos a caminar desde el pozo, unos kilómetros hacia los diferentes puntos cardinales, quiero ver si descubro de donde venía yo.
-Bien, muy bien, puede funcionar.- Joaco ayudaba.
-Escucha, no vamos a decir que estuvimos en la cabaña de Julián, porque tendremos que admitir que entramos por la ventana y ya sabes que él es muy estricto con la intimidad que necesita para pintar.
-Como te parezca.-acordaba el joven.
Encontraron el camino de regreso, en su interior Clara se alegraba por haberle pedido a Joaco que la acompañase. Si venía sola lo más probable era que se hubiese perdido.
La inquietud por saber le llegaba como un instinto, un impulso estimulante que la acercaba a sus días con Marta y los juegos con Néstor.
Mónica Ramona Pérez
HASTA LUEGO!!
Acompáñame en esta aventura, la niebla comenzará a disiparse sobre el pasado de la niña que cayó al fondo de...
"El foso del olvido".
Este libro tiene los derechos reservados.
es un libro bastante interesante, tiene una linea literaria bastante oscura pero profunda
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