El día que cupido murió

Un día más gris de lo usual, de una ciudad que se mantiene siempre en movimiento, siempre con el sonido de los autos y sus bocinas sonando, todo parecía el anarquismo común de siempre donde todos sobreviven por vivir un día más pesando que todo puede mejorar. Sus habitantes despertaron desorientados, estupefactos, como si la peor de la enfermedades los fuese tomado el día anterior, una suave llovizna caía sobra toda la ciudad y los habitantes intentaron tomas el curso normal de sus vidas, pero... algo les faltaba, como si la más pequeña pizca de empatía fuese removida de cada uno de ellos, como si todas las relacionas formadas por amor o confianza no importaran realmente y se olvidaran de ellas. Se podían ver peleas y discusiones en las calles ya empapadas por la llovizna con la que amaneció toda la ciudad.

Miles de relaciones terminaron en cuestión de horas parecía la más horrible guerra y no relaciones del amor mutuo entre dos personas que suele ser una mera ilusión, incluso las familias se separaron, nadie se podía salvar y el frió de la tristeza de miles de personas envolvió a la ciudad, como una ola, sin previo aviso todo quedo en silencio todo termino, ahora cada persona estaba por su cuenta y los únicos que salieron ilesos fueron los que se podían considerar los que más sufrían, eso que nunca creyeron en el amor.

Las personas intentaron continuar como si nada pasara, paso tras paso, la ciudad se fue llenando de nuevo de sus habitantes las calles llenas de charcos eran la mejor forma de que se vieran las caras ya que como el paisaje más gris existente todos miraban hacia el suelo con una pesar horrible, la lluvia empapando sus caras mientras que la misma cubría sus rostros lleno de lagrimas, pero nadie era capaz de tan solo ver que todos estaban igual, entre el tumulto desesperado por llegar a trabajar no se escuchaba casi ningún ruido más que unos llantos a lo lejos todos condenados a trabajar para vivir y vivir para luego morir sin metas ni un futuro.

Se encontraba un grupo menos dichoso, los que más sufrieron entre todos, los que se rindieron, el mero hecho de tener el corazón roto en el pecho no les permitía moverse, entre llantos y recuerdos parecían seres sin vida sacados del mismo inframundo y condenado a vivir una vida sin sentido. Estos decidieron que la mejor forma de dejar de sentir dolor era no poseer un alma - ¡Tontos! - y como en un acto masivo colocaron sus manos en el pecho y despojaron de sus seres sus almas, los gritos horrendos se escuchaban a kilómetros de distancia, parecía que desgarraran su piel dejando una esencia pura de vida salir de sus cuerpos, eran ascuas de sus vidas, sus recuerdos, sus emociones, sus sensaciones, todo eso en pequeñas ascuas que se alejaban de ellos lentamente, el arrepentimiento fue inmediato pero era demasiado tarde, una vez que un alma es arrebatada no puede ser regresada a donde pertenece, va libre como el viendo en busca de un nuevo hogar. ahora condenados a vivir sin vida, ya no podían sentir nada, funciono, solo que no sentir nada era peor que la misma muerte no sabían a donde ir así que solo deambulaban caminando entre ellos se podían reconocer pero nada que hacer... ya estaba hecho.

Los días siguieron y poco a poco el mundo se lleno de esa nube que con su suave y fría llovizna arrebataba los sentimientos de las personas dejándolas como cascaras sin propósitos. Poco a poco todo estaba de color gris y el soñados iluso moría rápidamente entre la masa sin emociones de personas mientras caminaban por la calles empapadas de la llovizna, pero sin propósito no habían metas, sin amor no había nada que mejorar, sin familia poco a poco todos morían dejando al mundo lleno solo de esos no creyentes los cuales solo vivían para comer y ver como las personas se dejaban engañar por sus sentimientos, ¿cómo lo sé? soy un no creyente...