Cuando estaba lejos de ti,
me sentía tranquila.
Aun así,
no sabes cuánto te echaba de menos.
Como una droga cuando te vuelves dependiente:
sabes que si ella estás mucho mejor,
pero prefieres consumirla de todas maneras,
porque nada en el mundo te hace más feliz.
Se me acabaron las oportunidades
y tengo el alma rota,
como mis alas.
-Por obligarme a caminar cuando no querías volar a mi lado.
Ya ni sé dónde queda el norte,
porque creí que el mío eras tú,
y cuando descubrí que no era así,
tus cambios de rumbo ya habían desconfigurado mi brújula.
Mis dedos se quemaron
de tanto acariciar tu rostro mientras dormías,
y mis metas se volvieron cenizas desde que apareciste.
Siempre dejé la puerta al entrecierro
para que pudieras pasar
aunque estuviera alguien más dentro.
Sabía que ninguno de mis sueños a tu lado algún día se cumplirían,
pero me quedé intentando que fuera así.
Hoy no tengo mano que me sostenga
y el apoyo que prometiste murió el día que decidiste volver a fallar.
Y es que nadie le hace tanto daño a quien le importa.
Hoy te lloro desde el estómago,
porque del corazón no dejaste nada.
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Les dejo mi último post, una historia llamada Lovedependencia.