Capítulo 2:
Han pasado cientos de años desde entonces, lo que fue un pueblo era ahora una ciudad llamada Coast city, llamada asi por su cercanía al mar y su amplia red pesquera.
Mi nombre es Marcus Stones, la mayoría de las personas me llaman delincuente y que siempre me ando metiendo en problemas yo digo que soy un “equilibrador”, la razón de esto, es simple, a ustedes les gustan los exámenes finales, los más importantes y más difíciles, tan difíciles, que es imposible pasar, ahí es cuando yo entro.
No puedo hacerlo solo así que por eso siempre puedo contar con mis dos amigos alborotadores José y Arman estos dos hermanos son mis amigos y cómplices a la hora de equilibrar las cosas, de noche nos metimos a la escuela, yo me encargue de la alarma y mis amigos de la puerta, burlamos la seguridad, y llegamos a la oficina del director, hackee el servidor de la escuela y entre en la página donde salían las respuestas, cuando termine de imprimir la última hoja con las respuestas Jose le dijo a Arman:
— Vigila la puerta.
—¡¿Qué haces?!— Exclamó Marcus—.
—Aunque pasemos el examen final eso no sera suficiente para pasar el año, ahí entras tú, necesitamos que cambies nuestras calificaciones.
—Ni hablar, solo vinimos por las respuestas, no pienso ayudarlos de ese modo.
—No fue una pregunta…— entonces José tropezó con un jarrón y uno de los guardias lo escuchó entonces él dijo:
—Hey quien anda ahí.
En ese momento Marcus y los demás salieron corriendo de ahí; al salir los guardias los persiguieron, así que fueron a la costa donde había un acantilado.
Mientras corrían la roca comenzó a romperse así abriéndose una grieta, por la cual cayó Marcus, José y arman siguieron corriendo.
Marcus cayó a una cueva subterránea al caer se golpeó la cabeza y quedó inconsciente, cuando despertó él estaba todo adolorido se tocó su cabeza y vio que había sangrando un poco, encendió su teléfono y observó que había caído en una enorme cueva.
Utilizando su teléfono como linterna, se adentro en la cueva, al pasar un rato encontró algo sorprendente.
¡Un barco!—gritó sorprendido.
En efecto un barco entero estaba en la cueva, ansioso por descubrir qué le pasó al barco, decidí ir a explorar.
Al llegar entro por el casco que tenía una enorme grieta, de ahí subió hasta la cubierta que estaba llena de telarañas y moho, finalmente entró al camarote del capitán, a Marcus le sorprendió lo bien conservado que estaba la habitación, ni el polvo o las arañas habían llegado hasta ella el escritorio, la silla y la biblioteca todo parecía como si hubiera sido utilizado ayer.
Se interesó por la biblioteca,vio que la bitácora del capitán estaba entre eso libros al intentar sacarlo, se activó un mecanismo secreto, abriéndose un compartimiento, en él había un frasco con forma de rosa, Marcus lo tomó y dijo:
—¿Qué es esto?
Tan pronto dijo eso el frasco comenzó a brillar y hipnotizado por el Marcus abrió el frasco de repente, todo el barco comenzó a agitarse de inmediato Marcus despertó y grito:
—¡¿Qué pasa?!— gritó exaltado—.
Marcus soltó el frasco y corrió a la puerta que se cerró de repente y no podía abrirse, de pronto el frasco comenzó a brillar y de ella salió una enorme sombra que empaño todo el lugar y de esa sombra apareció una niña totalmente desnuda de cabello rojo, cuya apariencia denotaba pura inocencia y hermosura.
Marcus estaba aterrado pues las sombras parecian acercarse a el, así que no paraba de golpear la puerta, cuando esta niña abrió los ojos comenzó a oler y dijo:
Sangre
Tan pronto escuchó esto Marcus el volteo y vio que la niña estaba justo frente él, entonces ella dijo:
Dame un poco de tu sangre—dijo con voz calmada
Marcus estaba aterrado así que lo no podía hablar
En ese caso no me sirves—dijo la niña
De repente, la niña hizo aparecer una enorme hacha, y se abalanzó contra Marcus.
Marcus reacciono y logro esquivar el ataque pero el hacha partió a la mitad el barco, Marcus aterrado estaba arrastrándose por el piso, en eso sintió el frasco en el que salió la niña, lo tomó y desesperadamente lo lanzó hacia la pequeña, el frasco lleno de sangre, la cual salpicó a Marcus.
La niña esquivo el frasco y volvió a atacar esta vez de manera más precisa, Marcus corrió hasta la cubierta del barco, al llegar ella volvió a atacar, Marcus lo esquivo pero el ataque le dio al mástil el cual cayó encima de él, afortunadamente no lo aplasto pero su pie quedó atorado debajo del mástil. Cuando ella estaba a punto de dar el golpe final Marcus gritó y por accidente bebió una gota de sangre del frasco que arrojó.
En ese momento la pequeña se comenzó a estremecer de ella salió un haz de luz que la envolvió luego como una cadena ató a ella y a Marcus.
La niña estaba atónita y grito:
—¡Tu… que demonios has hecho! —la niña atacó a Marcus—.
Pero de repente justo antes de golpearlo ella se tumbó y una extraña marca apareció en su cuello, después se desmayó.
Marcus no comprendía lo que sucedió pero después de liberar su pie del mástil fue capaz de ponerse de pie e irse pero tan pronto se alejó de la niña apareció otra vez la cadena y terminó arrastrándose con el, le puso su chaqueta encima y decidió cargarla, no sin antes recoger el frasco del que salió ella.
La cueva era inmensa pero Marcus descubrió una abertura que daba justo a la ciudad, de camino a casa Marcus estaba reflexionando lo ocurrido la extraordinaria fuerza de la niña, el frasco y la extraña habitación en lo que la encontró.
Al llegar a casa Marcus entró por la parte de atrás, él vivía en un suburbio de clase media sus padres eran personas muy trabajadoras pero casi nunca estaban en casa, en hurtadillas subió las escaleras hasta su habitación dejó a la niña en su cama, fue al baño a lavarse sus heridas y entonces se sorprendió todas sus heridas habían desaparecido, sin poder creerlo él se sentó, no podía asimilar la situación en la que se había metido sabiendo sus pocas opciones que recurrió a la única persona en la que podía contar, toco la puerta de la habitación de al lado y dijo:
—Tenemos que hablar
La puerta se abrió y reveló una habitación llena de monitores y robots, y entonces lo vio un chico escuálido de cabello rubio con grandes gafas que estaba observando cada pantalla con una enorme rapidez entonces el joven dijo:
—¿Y bien que necesitas esta vez?—dijo él mientras se cerraba la puerta—.