La sociedad Venezolana siempre se ha visto sumida ante la idea de una persona que guíe a la nación y ejerza el control total de esta, estos personajes arrastran a la colectividad a lo que se denomina el fanatismo, un fenómeno cuyo origen para algunos es psicológico y para otros de índole social.
A lo largo de la historia vimos cómo el proceso de caudillismo que duro 105 años terminó adquiriendo una nueva forma que hoy en día denominamos fanatismo político.
¿Es el fanatismo político el nuevo caudillismo del siglo XIX y XX? Pues sí, de hecho muchos rasgos del caudillismo están hoy en día presente bajo la ideología del chavismo.
Ahora bien, el caudillismo es un término empleado para referirse a un cabecilla o líder, ya sea político, militar o ideológico, basándonos en este concepto se podría denominar que personajes históricos y polémicos como Marcos Pérez Jiménez, presidente de turno desde el año 1952 hasta 1958 denominado dictador; y Hugo Rafael Chávez Frías, presidente desde 1999 hasta 2013 (cuya ideología hoy en día sigue en pie bajo el mandato de su sucesor Nicolás Maduro Moros), podrían ser personas consideradas caudillos debido a que siempre ejercieron el poder de la nación sin nada que los impidiese.
Uno bajo el nombre de una dictadura y el otro bajo una presunta ‘’democracia’’. Sus adherentes (Fanáticos) depositaron toda la confianza en ellos y veían en estos la expresión de los intereses de la colectividad y la capacidad de resolver todos los problemas.
Viktor Emil Frankl, un famoso psiquiatra judío-austriaco define que el fanático es una persona que deja filtrar e impregnar su propia personalidad, sus formas de pensar, por las tendencias y las normas de la colectividad, esclavizando o anulando con ello su individualismo y su independencia.
Al verse sometido a este tipo de esclavitud intelectual que lo sojuzga al movimiento y rumbo colectivos, desprecia a cualquiera que trascienda la situación esclavizante y se manifieste como individuo libre e independiente.
Bien para entender mejor el fanatismo en Venezuela, se debe reconocer cuan emocional y sentimental es el Venezolano. No había Nacho (famoso cantante de la contemporaneidad venezolana) prenunciado su discurso ante la Asamblea Nacional cuando ya la gente quería que fuese el presidente. Ahora la interrogante es ¿qué tiene de malo la emocionalidad cuando se habla de política? pues todo, el fanatismo es irracional, para sus seguidores se convierte en el vocero de Dios y cuanto él diga, es como si Dios mismo lo dijera. No lo guía la razón sino las pasiones.
No es el fruto de la cabeza, sino del corazón. No es el resultado de los pensamientos bien elaborados y depurados, sino de los estados emotivos. Por eso el fanático esquiva o se opone abiertamente al razonamiento y a los argumentos lógicos. Prefiere la exaltación, la vocinglería y las consignas, antes que el estudio mesurado y la meditación pausada.
El fenómeno del caudillismo en nuestra cultura política no tiene por qué ser eterno, no tiene porqué ser parte de nuestra cultura. La finalidad de este artículo no es más que hacer una reflexión a todos los lectores sobre el caso del caudillismo y el fanatismo en la política Venezolana, y un análisis de como el caudillismo y el fanatismo político nos han llevado a donde estamos hoy en día, en la miseria, pobreza que solo termina beneficiando a una élite de personas que interés alguno por la solución no tiene.
Para terminar con el fenómeno del caudillismo en nuestro país hay que dejar al lado los sentimientos y las emociones y poner por delante lo intelectual y lo racional. Como venezolano tengo la esperanza de que mi país pueda superar estos tiempos de oscuridad y podamos poner por delante lo racional antes que lo emocional.
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