No puedo negar el grito de cada pedacito vivido hasta hoy. Días terriblemente maravillosos que comparto con la Familia Steemit :)
Desde el día 1 que supe lo tendría pequeñito en mi vientre suspiré por el dolor de perder tantas cosas que empezaba a lograr a mis 33 años de edad. Los primeros meses fueron una tortura inmensa de sentimientos encontrados y emociones negativas que rondaban mi mente y corazón. ¡Para muchos ya lo tenía todo! estudios, viajes, matrimonio, trabajo, una casa que le podía llamar Hogar. Yo siempre quise más y más: mucho más antes de conocer lo desconocido y aunque descriptivo; mundo de ser madre; no me interesó nunca. Amo escribir, fotografiar rostros, apreciar el sonido incesante del silencio, servirle a quien me necesite en el sentido fraterno de la palabra y la guía divina que me orienta.
Lloré todas las noches, y me llené de angustia y de arrepentimientos, de tanto perdón por el supuesto castigo que estaba recibiendo con esos cambios en mi cuerpo, que pronto vería surgir. Me obsesioné con el castigo de quien me dio la vida misma y sufría por creer que debía cargar con una pesada cruz que arrastraría de por vida. Ya no tenía vida; era tan solo un ser cualquiera como un animal de carga.
La primera patadita o su primer movimiento; no hay fecha, no hay recuerdos, no hay nada que contar o leer de ese momento. No hubo antojo ni comentarios de que querría comer a través de mi; simplemente fue normal y sin angustias, ni molestias, ni debilidad. Mi mundo Prenatal fue tan igual que mi vida corriente, aunque con el tan solo hecho de saber que ahí estabas y que mi cuerpo hablaba a través de sus cambios físicos.
NACIÓ! ¡Lo escuché! Un sentimiento muy profundo me envolvió en ese instante que la melodía de su ruidoso llanto entró por mis oídos; algo apretó mi rostro que no pude contener lágrimas. Pero unas lágrimas inexplicablemente purificadas con el amor mismo y al que ahora denomino: MI HIJO!
- Me retiro... Alguien me llama :-))
Burkina