En los momentos actuales que vivimos, pasamos por días colmados de retos personales y profesionales; que nos llevan a tener un día a día repleto de expectativas y de estrés.
Al enfrentarnos a metas en nuestra vida, no sería muy lógico que esto sucediera; ya que las mismas están relacionadas con nuestro crecimiento personal, representando el alcance de logros y cumplimiento de objetivos.
Cuando hablamos de estrés, inmediatamente viene a nuestra mente la palabra presión, tensión, agobio; es decir que podríamos definir el estrés como un estado de tensión sea mental o físico, en el cual nos encontramos en un ambiente laboral o personal.
El estrés, va a depender de diferentes elementos con los cuales nos enfrentamos en nuestra existencia, como es la ejecución de una tarea, un rompimiento amoroso, una enfermedad, perdida de un familiar, problemas financieros, entre tantos otros.
Ahora bien, debemos entender que las situaciones o escenarios, que nos llevan a vivir un estado de estrés en cualquier momento de nuestra existencia, no es igual en todos los individuos; lo que significa que no todos vamos a apreciar los tiempos vividos de la misma manera.
La percepción de cada cosa y lo que desencadena la “explosión” del estrés, podemos decir que radica en diversas variables como lo son la clase social, la edad, el ambiente o entorno donde se desenvuelve la persona y muchos más que podríamos agregar a nuestra lista, pero que la haría interminable.
Igualmente debemos estar solícitos ante diferentes signos que nos indican que se está viviendo, bajo una situación de estrés; estos indicadores pueden verse reflejado tanto físico (aceleración cardíaca, trastornos digestivos, caída del cabello), conductual (problemas con el núcleo familiar, aumento o disminución del consumo de alimentos) y emocional (airarse sin motivo alguno, tristeza, etc.).
Al enfrentarnos a todos estos indicativos, anteriormente mencionados, tenemos que estar alertas para así no permitir que sobrevengan enfermedades cardiovasculares, cáncer, ulceras gástricas entre otras.
En definitiva, depende de cada uno de nosotros el modo en que manejemos las situaciones; entendiendo que es nuestro cuerpo y nuestra vida la que ponemos en riesgo y que nuestra felicidad solo la forjamos sobre la base de la tranquilidad.