que los elogios no me convencen,
que el tacto no me debilita,
que mirar no me enciende
y que la sumisión no se hizo para mí.
Me enseñaron desde niña
a ser una señora; respetable de hecho...
En el espejo de ésta habitación me observo
mientras me desmaquillo el miedo
y me afloran las ganas
entonces me miro
mientras me desnudo el deseo
y me surgen los impulsos.
Pero soy una señora; admirable por cierto...
Sujete mi velo mientras estoy de rodillas
al pleno disfrute de sus placeres.
¡Qué no se caiga!
Recuerde que soy una señora
y que no soy suya de hecho...
Catherine Silva- Edición propia
Éste poema tiene su historia en una infidelidad (No mía, lastimosamente) jaja. Es de una mujer de sociedad se pudiera decir, de esas que son perfectas hasta para estornudar... Saben de qué hablo cierto!? bueno, ante sus ojos se presentó un hombre al que no pudo resistirse y cayó en un juego de lujuria y deseo... el hecho es que fuera de lo bien que la pasó según me contó, nunca fue público, pues ella estaba comprometida para entonces y se hizo tanto de rogar que aquel hombre se esfumó como llegó! Aún lo recuerda y en ocasiones se le escapa su nombre en nuestras conversaciones sobre pasiones...
¿has disfrutado de apasionados encuentros?
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Lee este poema reciente... Entre un hombre aburrido y unos tacones no hay diferencia...
¡Disfrútalo!
Dicen que me luces
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