Málaga siempre ha sido tierra en límite. El mar establece una línea que la separa del mundo. Desde el mar viene lo nuevo, lo extraño, lo desconocido. Durante muchos siglos, respaldada por una cordillera que la envuelve, el mar fue el único frente por el que llegaron a Málaga asechanzas, saqueos y temores; pero también comercio, riqueza y futuro. Hubo un tiempo, sin embargo, en que la línea de costa se continuó en frontera perimétrica, pues los peligros acechaban también por tierra. Aconteció al final de la Edad Media, cuando los reyes de Castilla pusieron cerco al reino moro de Granada.
La historia moruna de Málaga, me refiero a la historia íntima, es larga y pausada; pero también esquiva. Poco nos queda de aquello. Mucho ya se nos esfumó entre las pavesas del voraz fuego purificador prendido por los conquistadores cristianos, que arrebataron primero los arcos a las mezquitas y las creencias a las gentes; luego, la algarabía a los hablan-tes y el arábigo a la escritura; las marlotas y calzas a los hombres, y la alheña y el velo a las mujeres; también los secretos a los libros; y las leilas, las jabegas y los adufes a las celebraciones. Al fin, sacaron a los labradores de su terruño, y hasta a los mismos nombres los desgajaron de sus personas: nadie quedó en tierra de Málaga que se llamase Hamed, Omar o Abdallah, pues primero se bautizaron como Guzmán, Francisco o Diego, y luego hubieron de marcharse. Muchos pueblos de Andalucía tienen como sobrenombre “de la Frontera”: así Vejer, Conil, Arcos, Jimena, Castellar o Jerez en la provincia de Cádiz, Aguilar en la de Córdoba, y Cortes en la de Málaga. El apelativo se refiere a la frontera que separaba el reino de Castilla del reino moro de Granada, que ocupaba las provincias de Málaga, Granada, Almería, parte de Cádiz y la zona sur de las de Córdoba y Jaén. El reino sobrevivió hasta 1492, cuando los Reyes Católicos conquistaron Granada, la capital. A este reino también se le llama “Nazarí”, en referencia a Mohámed ben-Názar, que lo fundó en 1238.
Los cristianos fueron conquistando poco a poco las tierras de este reino, que en su etapa final ya sólo se extendía por las provincias de Málaga, Granada y Almería, las más difíciles de dominar a causa de su relieve accidentado. Pero a lo largo de los doscientos cincuenta años que duró el reino nazarí no todo fueron guerras. Hubo épocas de paz, en las que florecía el comercio entre árabes y cristianos; ocasiones hubo también de trato amigable y afectuoso, significado por el respeto que los unos y los otros se tenían.
(continuará...)
Preciosa y milenaria ciudad! Preciosas fotos!
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