CINE O... SARDINAS EN ESPETOS

En 1998 fue la primera edición del Festival de Málaga, hoy Cine En Español. Guillermo Cabrera Infante, el ya desaparecido escritor cubano, fue el encargado de elegir la primera "Mi película española favorita" del Festival. Aunque yo ya había entrevistado a Guillermo en televisión en la cadena autonómica de Andalucía en Sevilla y conocía a su inseparable Miriam Gómez, pasar aquellos días con él en mi ciudad con su libro "Cine o sardina" bajo el brazo fue inolvidable.

(Espetos de sardinas en la splayas de Málaga. Foto obtenida en neventos.eu)

Instalado en ese recuerdo os doy en este post la Bienvenida a esa pequeña Shangrilá o Arcadia “cabrerada” que reconstruimos, allí donde estemos, todos aquellos que vivimos creyendo que el Cine nos salva, estupendos ingenuos.
También en la Feria del Libro de Málaga Cabrera Infante presentó su recopilación de recuerdos cinematográficos, desde la infancia, y sus críticas de película en un volumen titulado "Cine o Sardina". Aunque no tiene la dimensión narrativa de "La Habana par un infante difunto" o "Delito por bailar el cha cha chá" o "Arcadia todas las noches", en él recopiló una marea de artículos fríamente apasionados -como su autor- y apasionantes en su mayoría.
Cine o sardina era - Cabrera dixit - la opción que la mamá de Guillermo le planteaba a él y a su hermano en su Cuba natal, “flor y espina del Tercer Mundo”, para llevarlos a comer o al cine. Según contaba Guillermo, ellos nunca escogieron sardina. En Málaga, mi peligrosamente cómoda ciudad, la disyuntiva entre cine o sardina en la infancia se complica, aun para los más adelantados cinéfilos, porque se convierte aquí en: cine o... sardinas en espetos, y el regusto de ambas premisas nos puede acercar al material del que están hechos los sueños

(Portada de una edición de "Cine o Sardina", casadellibro.com)

Pero gracias a unos pocos, y aún en medio de esta maravillosa, pero traicionera, calidad de vida que tiene Málaga, descubrimos el cine en las noches al aire libre de los cines de verano y en el interior de las baratas y de reestreno salas de barrio (hoy Bingos o comercios orientales en su mayoría). Por ejemplo, en aquellas sesiones dobles del viejo Cine Carranque (el nombre del barrio de mi infancia) donde el adolescente que fui iba a ver una de aventuras y otra “güarra” (como nos gustaba decir a los chavales del barrio para soltarle una brutalidad verbal al eufemismo que las consideraba películas calificadas S, "soft porn"). Y así pasábamos, sin más solución de continuidad que la compra de un paquete de palomitas, de la desnudez ingenua de Tarzán en la selva a la de Laura Gemser, "Enmanuelle Negra", la exótica sucesora étnica de Silvia Kristel (Enmanuelle) que jugueteaba con el cuerpo de otras novicias en un morboso convento. Estas sesiones dobles surrealistas eran fruto de los descontroles de la Transición en España, que pasó de llevar al dictador bajo palio a atiborrar quioscos y pantallas de femeninos desnudos procaces, lo que tampoco viene mal recordar ahora que ha muerto el creador de Play Boy en EEUU...

(Imagen de la Película en venta en ebay.com)

Pero gracias a unos pocos, decía, aprendimos el Cine, ya iniciados en el barrio, en aquellas sesiones de entonces. El maestro Cabrera fue casi el último responsable de que en el Cine “después de la muerte no se instale el Olvido”. Cabrera Infante fue el capitán de “una carabela llamada inmortalidad”. Detrás de su mirada de imposible iceberg caribeño, “De puro cabreo” o “Cabrera con un puro” se divertía con sus “Exorcismos de Estilo”, su erudición retadora. Cuando se trataba de Historia del Cine tenía sus cifras preparadas como un revolver cargado y a la menor provocación disparaba, y si uno no se defendía de ese ejercicio de traviesa erudición se lo pasaba en grande. Cabrera Infante, a veces contradictorio, siempre a contracorriente, que lo mismo defendía la televisión y que no se casaba con nadie, excepto con Mirian Gómez, era el mejor exponente de que en el Cine el verbo ver siempre se conjuga en primera persona, y criticar con vehemencia lo que veía en las películas de su vida es lo que hacía único y universal a un tiempo al maestro “Cabreo de Elefante”, “Guillermo Cabrero Elegante”, Infante real del país de Cinemanía que "fundó" su gran amigo Néstor Almendros ("Cinemanía. Ensayos sobre cine". Edit. Seix Barral) , aquel también exiliado de "Conducta impropia"...

(Néstor Almendros rodando. Foto obtenida en martinoticias.com)

Nota: En aquella sección que inauguró Cabrera Infante en el primer Festival de Málaga, en 1998, siete años antes de morir, “Mi película española favorita”, la requerida por Cabrera Infante fue "La Vida en Sombras", 1948, de Lorenzo Llobet. Salen María Dolores Pradera, Fernando Fernán-Gómez, la guapísima Isabel de Pomés y Mari Santpere. Se trata de una historia demencial y furiosamente personal; como quien la eligió. In memorian, querido...

(Imagen de Guillermo Cabrea Infante con su mujer, Mirian Gómez, de fondo. Obtenida en el magazine cultural jotdow.es)