Algunos escapan de todos para ser alguien. Lo contaba Shyamalan en ‘El Bosque’ (The Village, 2004) aunque tampoco. Su película fue nominada al Oscar por su banda sonora. Intentad recuperadla y dejaos inundar por ella. Yo lo hago ahora escribiendo este post, pero con la última motion soundtrack de Vangelis para la entrega original de ‘Blade Runner’ (Ridley Scott, 1982). En ella oigo las voces del policía Deckard (Harrison Ford) y de la chica de la que está perdidamente enamorado a pesar de ser “sólo” un fabricado androide replicante, Rachel (Sean Young) Una atmósfera de fracaso y cansada melancolía impregna cada fotograma en Blade Runner. Pero eso ya lo sabe casi todo el mundo. Por eso tantos esperaban su secuela, Blade Runner 2049, dirigida por el personal, inquietante y profundo Denis Villeneuve (La Llegada, Sicario, Prisioneros, El Hombre Duplicado…)
(Imagen promiconal Blade Runner 2049 obtenida en el diario Republica.com)
Morir serenamente bajo la nieve, la búsqueda de un sentido a todo esto, hacer de la soledad una compañía, vivir sólo sobreviviendo o amar un reflejo holográfico con la pasión del primer amor vuelven a ser líneas motrices de esta segunda parte de Blade Runner. Una de las sorpresas que quien esto firma se ha llevado es la presencia de la actriz cubana y ya muy española Ana de Armas. A su cara de niña sensualmente angelical le han venido muy bien los años y una sombra de madurez que, lejos de oscurecer sus hermosos ojos de dibujo animado japonés, los hacen brillar de dolor, del amor de amar hasta morir por quien se ama. La recuerdo cuando llegó a España a intentar suerte. La entrevisté en televisión entonces y verla en la pantalla grande tan grande en la pantalla me arrancó una sonrisa de orgullo y de feliz sorpresa…
(La actriz Ana de Armas junto al actor canadiense Ryan Gosling en la premiére de Blade Runner 2049 en España. Foto by Gtres obtenida en la revista Diezminutos.es)
No es el objetivo de este post contar nada de Blade Runner 2049, no hacer eso tan famoso y contraproducente llamado spoiler. Sólo los clásicos permiten esa autopsia. Es más bien contar que en 1982 en España ganaba por primera vez las elecciones un partido de izquierdas, que se jugaba el Mundial de fútbol y que, para mí, se estrenaba en los aún existentes cines de barrio “Blade runner”. Y yo aluciné…
(Afiche de la película Blade Runner, 1982. Obtenido en wrul.com)
La nueva película de Villeneuve es enorme, aunque no podía tener el aroma inmortal de la entrega original de Ridley Scott. Como no lo tuvo el resto de películas que firmó Scott después de haber realizado la versión cinematográfica de esa novelita de Philip K. Dick titulada “¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?”, cuya simpática lectura es recomendable, aunque, en este caso singular, la película está por encima del original literario -pero acudid a la biografía de este hombre, porque también os va a resultar en algunos aspectos sorprendente, además del hecho de que muriese pobre y en marzo precisamente de 1982, sin apenas tiempo de disfrutar del mega éxito de la película de su novela). Esa K en la firma del escritor, su segundo nombre de Kindred, en realidad, ¿quizá es también la "K" que da nombre al personaje que encarna Ryan Gosling en la secuela de Villeneuve, un pequeño homenaje más. Como la ovejita de papel que hace con sus propias manos un envejecido Edward James Olmos, el mismo que dejaba aquel origami con forma de unicornio en la versión del director del Blade Runner original, quizá el unicornio de la película ‘Legend’, una de las primeras del propio Ridley Scott?... Cuánto podría alargarse el signo de interrogación frase tras frase, cuántas aliteraciones temáticas, cuánto meta cine, cuánta meta literatura, cuánto encierra cada secuencia de estas películas…
(Imagen de una de las postadas de la novela y foto de Philip K Dick. Foto by blog Trasdos obtenida del diario 20minutos.es)
“He visto cosas que vosotros no creeríais: naves de ataque en llamas más allá de Orión. He visto rayos C brillar en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhäuser. Todos esos momentos se perderán... en el tiempo... como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir"… Se ha repetido tanto que no parece necesario recordar aquí estas frases del replicante Roy, categoría Nexus 6 (inolvidablemente encarnado por el holandés Rutger Hauer), antes de morir y tras haber salvado la vida de su perseguidor soltando una paloma blanca mientras con la otra mano ponía a salvo a Harrison Ford encarnando, igualmente inolvidable, al policía blade runner Rick Deckard (¿'Rick' como homenaje meta cinematográfico al Rick de aquel Humphrey Bogart estoico y cansado de Casablanca?) Pero lo que no se ha repetido tanto es la reflexión que hace Deckard al respeto casi al final de la película original: "No sé por qué me salvó la vida. Quizá en esos últimos momentos él amó la vida con más intensidad que nunca, no sólo su vida, la de cualquiera, mi vida. Y lo único que quería eran las mismas respuestas que el resto de nosotros: ¿de dónde vengo?, ¿a dónde voy?, ¿cuánto tiempo me queda? Todo lo que podía hacer era quedarme allí y verlo morir"
(Fotograma de Blade runner en el que el replicante Roy está a punto de morir bajo la lluvia. Obtenido en theplaylist.net)
Os lo advierto, he visto películas que vosotros no creeríais. La primera siendo un chaval que aún se creía inmortal, la segunda, 35 años después, habiendo bebido y vivido tanto que cada día, lo confieso, me hago una y otra vez aquella misma pregunta: ¿Pero, quién vive?...
No os perdáis. No os las perdáis…