Yo, Presidente

in spanish •  7 years ago  (edited)

-¡Presidente!, me dijo mi madre orgullosa de que una "presidencia" recayera en su “inteligente” niño.
-¿Seguro que dice ‘presidente’, mamá?.
–Sí, la carta la ha leído también tu padre. Y trae un libro, además. ¡No veas todas las normas que te tienes que aprender! Esto no es un huevo que se echa a freír. Si quieres te la leo. Espera, que voy a ir a por las gafas de cerca...
No había duda, yo, designado presidente de mesa del colegio electoral de mi viejo barrio de la infancia, en Málaga

(Pic free obtenida en adnpolitico.com)

Lo recuerdo como si fuera ayer, esa frase tan socorrida... La primera vez que me llamaron para cumplir con mi obligación ciudadana y formar parte de una mesa electoral fue en las Elecciones Generales españolas de marzo del año 2000. Y me bauticé completito, ya que mi rol no era el de vocal o suplente, sino el de presidente de mesa. Mis padres ya no están en este mundo pero sí su recuerdo, cada día más sereno y quedo, pero permanente. Como algunos sabéis, habrá elecciones autonómicas catalanas en España el próximo día 21 de diciembre. Pero en vez de centrarme en el ensimismado y jíbaro asunto independentista, he recordado lo que para alguien que ha crecido en un barrio obrero supuso venir de Madrid, donde yo vivía entonces haciendo televisión, para reencontrarse con su infancia en cada rincón sin árboles de aquellas calles duras mejoradas y asumir la responsabilidad democrática de ser presidente de mesa electoral...

Algún amigo sólido y “progre”, cuando llegué a Málaga, me dijo: “Pasa del tema, tío, que para eso ya hay gente que se presta a esa historia”. Como si la democracia y sus pequeñas obligaciones civiles sólo fueran un molesto efecto secundario, un estorbo para determinado tipo de gente, defensora del sistema si la cosa se pone difícil, pero al margen del sistema en el día a día. Pero llegó el tan discutido y analizado 12 de marzo, y yo asumí con algo de inquietud infantil mi presidencia...

(Pic free, obtenida en metdaan.com)

Madrugón. Inhabitual matiné para mis ojos desacostumbrados a esa luz de domingo, y para mi hígado, sorprendido ante la ausencia de aromas mexicanos de alta graduación alcohólica de fin de semana. A las ocho de la mañana noté el primer síntoma de integración como ciudadano modelo de mi comunidad. Fuimos muchos los que respondimos a la llamada de la Junta Electoral de Zona. Nos saludamos tímidamente entre nosotros. Presenté mi carta al funcionario de la Administración, y éste me entregó un sobre borracho de papeles. Repartí funciones a los vocales asistentes, recogí las acreditaciones de los interventores de los tres partidos que los habían presentado: PP, PSOE e IU, que ya se vigilaban de reojo, y me dispuse a cumplir con las normas explicadas en el manual que había recibido -el libro ése que venía en el sobre, que decía mi madre...-. Y quedó constituida la mesa.

(Imagen genérica de campaña electoral obtenida en la web del diario EL País, elpais.com)

A medida que la jornada avanzaba, aumentaba el sentimiento de identificación con una clase social, con un tipo de gente, con cierta raigambre tribal. Algunas personas se acercaron cariñosas, sólo para saludarme, aunque no votaran en mi mesa, y yo no dejé de mirar de reojo a la presidenta de la mesa de al lado, una chica rubia y encantadora que a lo mejor conocí siendo una niña en el barrio, y que me devolvía ahora la extraña sensación de que el tiempo pasa, y de que antes no tenía yo esas sensaciones...

(Imagen de gente votando obtenida en la web del diario El País, elpais.com)

Otra vez las ocho, pero de la tarde. Cerramos el colegio sin incidentes. De nuevo triunfaba la democracia. Asumiendo mi soledad de votante sociológicamente de un entorno de izquierdas pero sin nadie a quien votar, me tocó votar a mí. Y entonces voté en blanco. Una chica joven del PSOE me lo recriminó, quizá con sensatez. Yo le dije, celebrando su educada reprimenda, que ella formaba parte del magnífico patrimonio de su partido que estaba siendo ya entonces desaprovechado. El recuento se hizo tedioso...

(Recuento de votos. Imagen obtenida en la web del diario El Heraldo, heraldo.es)

Ganó el Partido Popular y fue presidente José María Aznar (que tendría un buen primer mandato y un segundo malo) El histórico comunista Santiago Carrillo dijo en la radio que se había cerrado el círculo de la Democracia española con la pírrica victoria de la Derecha civilizada. Supuse entonces que, aunque tenía razón, a ese logro tan pragmático y democrático le faltaban valores. Pero lo que parecía tan malo por su ausencia de valores, también era la prueba de la paulatina madurez de la democracia en España -Y como en casi todas las democracias consolidadas, empezó el imaginario colectivo a ir acostumbrándose a pensar que demasiados políticos sólo se preocupaban de no perder su silla, los mismos que acabaron destruyendo la ilusión de tantos votantes de izquierda y de algunos del centro y la derecha, dejando expedito el camino a nuevas formaciones correctivas, como Podemos o Ciudadanos, que, poco a poco, han ido padeciendo los mismos problemas en su seno que los partidos tradicionales en España, y asemejándose en mayor o menor medida -aunque aún es pronto para juzgarles de manera definitiva- a aquellas formaciones que pretendían jubilar por derribo moral... Pero ésa es otra historia-

(Formación original del partido español "Podemos" con su líder, Pablo Iglesias, casi en el centro de la imagen, obtenida en institutodm.org)


(Formación original del partido español "Ciudadanos", con su líder, Albert Rivera, en el centro de la imagen, obtenida en elespanol.com)

Se nos hizo de noche. Por fin, comprobado el recuento una y otra vez y rellenados los documentos pertinentes con los resultados, firmamos las actas y las llevé al juzgado. Una vez allí y habiendo consumado mi responsabilidad, miré el reloj. Eran ya las 00 h. 40´ de un día distinto. Yo también lo era...

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