En las cuencas vacías de tus ojos
Tu mano huesuda me guiaba a una puerta
Casi me empujaste adentro
Te subiste la capucha y doblaste tu tamaño
Intenté refugiarme de ti
Pero eras tormenta, y yo, una flor ya casi marchita
Con pétalos débiles y fragancia esfumada
La puerta se cerró lentamente
Con ese chirrido de películas de terror
Yo quedé dentro, a oscuras
En el frío
Con los párpados cosidos y un grito mudo en la garganta
Buscando a tientas la manilla de la puerta
Finalmente, me resigné
Me senté en una esquina a esperar
Después de una eternidad
La puerta se abre nuevamente
Entra mucha luz y una mujer sonriente
Con un vestido de avioncitos
Me besa los párpados
Me levanta con sus manos de seda
Y me guía hacia nuevas incertidumbres
Yo solo pienso: "al menos sus ojos
no están llenos de promesas"
¡Gracias por leer!