Vivimos en un mundo sujeto por creencias, paradigmas y cada vez que éstas se modifican, algo cambia en nosotros. Los paradigmas son creencias compartidas. Cuanto más extendida y compartida está una creencia, más fuerza tiene el paradigma resultante. La realidad es un acuerdo compartido por la mayoría de la humanidad y sostenido con reglas, suposiciones e interpretaciones de la vida.
Aparentemente el objetivo de los paradigmas es la continuidad y evolución del individuo y de la especie mediante la acumulación y transmisión de conocimientos.
Una de las áreas que más afecta la conducta de los seres humanos es la de las creencias o paradigmas. Esto se debe al hecho de que muchas son las personas que tienen serios problemas en creer en sí mismos.
Algunos no creen que son capaces de lograr nada. Otros simplemente no creen que merecen lograr grandes éxitos e incluso que no están destinados para hacerlo por lo que les es necesario romper sus paradigmas que los limitan.
Lo que las personas creen de sí mismos tiene indudablemente un gran impacto sobre lo que ellos pueden lograr en sus vidas. Por muy extraño que parezca, lo cierto es que lo que sucede en la vida de muchas personas es solamente un reflejo de sus creencias y paradigmas.
Si creemos que vamos a tener éxito, entonces de cualquier forma lo lograremos. Lo mismo es, si creemos lo contrario: si creemos que somos fracasados, no importa cuanto queramos tener éxito, ni cuántos títulos o grados universitarios tengamos ni mucho menos cuánto nos esforcemos, lo único que tendremos es fracaso.
Nosotros tenemos el poder de crear la vida que queremos con nuestras creencias.
¿Cuál es la razón de esto? Algunas personas afirman que nuestras creencias y paradigmas envían una energía al universo y que luego el mismo hace posible que logremos el resultado de nuestras creencias.
Otros afirman que nosotros actuamos en directa relación con nuestras creencias. Por lo tanto, si creemos que podemos tener éxito, actuaremos de tal manera que lograremos triunfar a pesar de las dificultades que encontremos en el camino del éxito. Sin embargo, si no creemos que podemos tener éxito entonces inconscientemente provocaremos aquello que nos sabotee toda posibilidad de lograrlo.
Entonces, podríamos decir que las creencias son las que nos configuran y no las circunstancias que se nos puedan presentar en la vida.
Existen dos tipos de personas en el mundo y esto lo aclararé con un sencillo ejemplo: Dos personas pierden sus extremidades inferiores en un accidente, ambas quedan paralíticas. Cada una le dará un significado distinto a su circunstancia. Uno lo verá como una experiencia miserable, se echará a morir -por decirlo de alguna manera- y inclinará su vida a una dependencia total en relación con otro y dará por terminado el cumplimiento de sus sueños por su impedimento. La otra persona, asume su circunstancia con tesón y la usará como una vía de superación para alcanzar sus sueños más anhelados siguiendo hacia adelante sin rendirse con el pensamiento firme de que la vida no se acaba allí. ¿Cual es la diferencia entre las dos personas? Sus pensamientos y acciones radican en sus creencias, valores y paradigmas que la vida ha cimentado en cada uno.
Nuestras creencias tienen poder para crear y revitalizar nuestras vidas o bien de llevarnos a una incapacidad y destrucción de los sueños y anhelos más profundos.
Cada persona le dará solución a su problema de acuerdo a sus creencias, de allí la importancia de adoptar paradigmas potenciadores que nos generen sensación de certidumbre ante cualquier situación que se nos presente.
No me queda más que invitarte querido amigo(a) a que empecemos a poner atención a esas creencias y darnos cuenta si las mismas nos capacitan o nos limitan y a su vez observar las consecuencias que tendrán en nuestra vida.