Te siento pulsar en la eternidad y logro distinguir entre destellos cada vez mas intensos el secreto de la vida misma y el motivo de mi existencia. No me importaría hacer a un lado a la naturaleza que exigente pide el acto definitivo.
La noche tendrá que terminar; moriré en la estela sombría que quedará tras tu partida y por primera vez sabré lo que verdadera muerte en vida significa.
Nada volverá a ser igual, viviré con la idea de haber conocido la gloria más sublime, me volveré un hombre reflexivo, ensimismado por el sueño que alguna vez fue poseernos. Las horas de mis días se volverán estanques de quietos reflejos, donde podré revivir minúsculas fracciones de la vida, que vehementemente te habré entregado en un instante.