Hasta que los algoritmos nos separen (Parte 3/3)

in spanish •  8 years ago  (edited)

Por fin estábamos a salvo, pero necesitábamos hacer ejercicio para que nuestras constantes vitales, alteradas por el estrés, se ajustasen a los límites aconsejados. Cogidos de la mano, con nuestros dedos entrelazados, comenzamos a correr calle abajo tan rápido como éramos físicamente capaces, ya que no nos molestamos en activar la estructura exoesquelética de nuestro calzado. Después de torcer una esquina, bordeamos otra y seguidamente otra y en un momento de conexión mística, nos miramos de forma totalmente sincronizada. Entonces comprendí que, en realidad, estábamos huyendo; tratábamos de escabullirnos de la información e intentando correr más rápido que el determinismo, fantaseamos con la absurda idea de estar perdidos en un mundo del que no es posible escapar.

Nos detuvimos exhaustos al final de una travesía switch-case, por no saber qué camino tomar.

-¿Alguna vez te has dormido navegando? -me preguntó Delia respirando compulsivamente.

-Sí, es una experiencia impresionante a la vez que peligrosa. A veces he hecho cosas que, conscientemente, jamás me atrevería.

Existen muchos entornos en los que las interfaces de usuario son tan intuitivas y están tan integradas al ser humano que es posible manipularlas en estado onírico. Pero, en ese momento, no necesitábamos estar dormidos ni conectados para soñar. Volvimos a abrazarnos y nuestros labios se hicieron uno. Mi lengua peleó contra la suya y venció conquistando su boca, su corazón masajeaba mi pecho, apreté su cintura contra la mía presionando sus nalgas y me comunicó con un suspiro agudo que estaba sintiendo mi erección. Di un paso hacia delante y ella, un paso hacia atrás, apoyándose en un coche que emitió un silbido. Este sonido nos informó de que el automóvil era compatible con el agente de automóvil que Delia poseía en la nube.

Subimos al coche sin dudarlo, como si un ángel encargado de que tuviéramos una velada perfecta lo hubiera puesto ahí en el momento en que deseábamos utilizarlo. Delia se puso al volante; yo, en el asiento de al lado. El coche que debía ocupar ese hueco ya estaba esperando a que saliéramos. Conducirlo manualmente permite reducir el gasto de una divisa digital cuyo monedero está integrado en su arquitectura. Esta divisa la utilizan los vehículos para comunicarse enviándose pagos entre sí, cuya cantidad codifica información destinada a ponerse de acuerdo en el Internet de las cosas.

Avanzamos a ciento ochenta kilómetros por hora por la avenida de la Evolución, una de las más contaminadas de la ciudad. Abundantes anuncios de las más importantes corporaciones del mundo nos acosaban durante nuestro recorrido. En la era de la información, la publicidad se considera la principal fuente de contaminación. Al mismo tiempo, una habitación equivalente a la que podíamos permitirnos uniendo nuestros derechos, avanzaba hacia nosotros por los raíles de los edificios. Delia me observó leyendo el cuentakilómetros angustiado; el GPS debía de haberla multado ya varias veces.

-Tranquilo, está crackeado -dijo, analizando mi preocupación.

Cuando llegamos a la habitación del hotel distribuido, nos sorprendió El lago de los cisnes de Chaikovski y un cielo estrellado del siglo xx, proyectado sobre el techo. Nuestras ropas se deslizaron hasta caer al suelo. Liberamos las claves privadas que desencriptaban la información que permitían a miles de millones de nanorrobots unicelulares unirse entre sí para generar una copia exacta de nuestros cuerpos. Nos tumbamos los cuatro en la cama e hicimos el amor a nuestros clones robóticos, que se adaptaban completamente a nuestros sentimientos y cuerpos, sincronizando múltiples orgasmos y reproduciendo cada uno de nuestros movimientos.

Exhaustos al amanecer virtual, destruimos nuestras copias y nos abrazamos inmersos en felicidad. Le pedí matrimonio y ella afirmó sin dudarlo. La interfaz del registro de nuestro enlace se proyectó sobre el cielo aún algo estrellado. Rellenamos los campos del formulario, resolvimos el captcha emocional y, al unísono, dijimos aceptar. Una voz metálica nos bendijo con las palabras tradicionales: «Hasta que los algoritmos os separen».

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Fuente imagen: https://www.emaze.com/@AWLWWQIF/Untitled

Parte 2: https://steemit.com/spanish/@eusebio/hasta-que-los-algoritmos-nos-separen-parte-2-3
Parte 1: https://steemit.com/spanish/@eusebio/hasta-que-los-algoritmos-nos-separen-parte-1-3

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Muy entretenido!

¡Muchas gracias! Me alegro de que te haya gustado.

El lenguaje C lleva bien entre DOS o ++ steemians. Está bueno este post.

  ·  8 years ago (edited)

Gracias. ¿Te refieres al lenguaje de programación C?

Me parece muy literario, cosa necesaria para el entendimiento intrínseco de nuestra naturaleza humana y de los entornos tecnológicos, debemos seguir vibrando como humanos. Buen post

Gracias, ¿verdad que es una pena que no consigan escapar del determinismo en nigún momento?