En el invierno de 1941 desaparecieron misteriosamente en Suiza tres alpinistas que habían querido ascender a uno de sus picos. Como sucedió a comienzos de la guerra, se pensó en un episodio de espionaje. Los periódicos opinaron que los tres hombres habían huido a bordo de un avión. Pero lo único que descubrieron en la nieve fueron tres orificios regulares que parecían los vértices de un triángulo equilátero de 12.80 metros de lado.
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Igualmente de misterioso fue el caso del pastor de ovejas S. K. McIntyre, que se esfumo el 28 de agosto de 1953. Dieciséis de las ovejas que cuidaba aparecieron muertas a unos cuarenta metros de su solitaria cabaña en la montaña. Parecían aplastadas como si se hubiese posado sobre ellas un gran objeto voluminoso en forma de disco.
Tuvo mejor suerte la esposa de un ferroviario canadiense, vecina de Sherbrook, en Nueva Escocia. Una noche de 1952 oyó llamar a la puerta de su casa. Se asomó por la ventana y vio dos extrañas figuras. Se guardó muy bien de abrirles, y al cabo de un rato de espiarlos vio un gran objeto redondo elevarse en el cielo encendiendo y apagando unas curiosas luces verde-azules. Llamó a la policía, que llegó el día siguiente para una inspección, cerca de la casa vieron unos arbustos quebrados y desgarrados, como si un enorme peso los hubiera aplastado contra el suelo.
También dejó huellas muy evidentes un intento de rapto perpetrado en la noche del 13 de septiembre de 1953, no muy lejos de Brovst, en Dinamarca. Le sucedió a una señora que regresaba a su casa montada en su bicicleta. Dos figuras se dejaron caer desde una roca y se la llevaron hacia el campo abierto. La mujer creyó al principio que se trataba de un par de degenerados que quería abusar de ella, pero no fue así. Luchó con fuerza contra ellos y logró zafarse. Cuando fue interrogada por la policía afirmó que los asaltantes no eran humanos, sino unos seres que desprendían reflejos dorados. Durante la pelea no escuchó jadeos ni palabras, y al tocar sus cuerpos no encontró ropa ni piel, sino algo “frio y áspero, como si fueran escamas de peces”.
