Condenados por la naturaleza biológica. Condemned by the biological nature.

¿Cuántas historias hermosas y sobresalientes no se han escrito ya de esto?
Películas, capítulos de series, cómics, animés, cuentos, relatos, libros, leyendas. Muchos de estos se han usado, con buena intención, para hacernos meditar sobre aquel factor humano que nos diferencia de los demás animales: la conciencia.
Es justamente esta la que nos crea un universo diferenciado de los otros seres vivos porque tenemos la capacidad del raciocinio para ELEGIR con o sin criterio, sabiendo el bien o el mal detrás de la elección y, es justo una de estas, elegir a una pareja por el conjunto completo que significa aquella persona, no por lo que se ve a lo externo pero, ¿realmente lo hacemos?
¿Es usted? ¿Soy yo de los que nos dejamos encantar por la esencia de alguien muy por encima de su físico?
No, creo que, por lo menos, no yo. Y antes de que me ataquen acusando de superficial se debe entender que, por y para esto, hay una razón biológica.
Es común que, entre las especies, sea la hembra la que elija al candidato idóneo para continuar la prole y, en la mayoría de los casos, sea el macho quien haga alarde de sus capacidades físicas y de rituales de conquista para captar la atención de la hembra (aunque sea solo una).
Esto no es ajeno a la especie humana donde casi siempre, es el hombre quien trata de impresionar ya sea con posesiones materiales, habilidades únicas, capacidad intelectual y otros rituales más o menos vagos. Sin embargo, en nuestro caso particular, tanto hombres como mujeres, tendemos a elegir a aquel espécimen que nos sea agradable a la vista por sus facciones , gestos corporales, o factores físicos. ¿Está mal que lo hagamos así siendo diferentes de los demás seres vivos? Si y no.
Siendo muy honestos con nosotros mismos, deberíamos ser capaces de elegir muy por encima de cualquier factor físico a quien deseamos tener a la par porque queremos hacer una familia (si es eso lo que queremos) porque la evolución nos ha dotado de una capacidad que, hasta la fecha, no le conocemos a ninguna otra especie; aún así, somos esclavos de nuestra propia naturaleza, del instinto animal que aún reside en nuestra información genética: no tan marcada como al inicio de nuestra existencia como especie pero sí lo suficiente para mantener esos rasgos biológicos que compartimos con otros seres vivos.
Hay que ser sinceros: no es muy común que se elija como pareja a otro individuo del que no le sea atractivo aunque sea el arco que forman sus cejas o el contorno de sus ojos o algún rasgo particular físico que sea de interés a la naturaleza biológica.
Hay casos excepcionales pero, no son la regla porque seguimos siendo predeterminados a elegir aquel individuo que, nos garantice, LA REPRODUCCION que es el fin de preservar la especie.
Tenemos que ser claros y entender que, aunque el enamoramiento, la atracción y ese concepto abstracto de "amor" no es mas que un engaño o artimaña de nuestra biología para asegurarnos que vamos a engendrar pero, es ahí donde de nuevo, nuestra capacidad de raciocinio y conciencia de nosotros mismos y de los demás debería marcar una diferencia y buscar en los otros aquellas cosas que no son superficiales o pasajeras; tener ese poder de escoger a una pareja por esas cosas que son eternas, realmente valiosas y dignas de admirar por encima del físico.

Tenemos mucho que aprender, como especie aún, a pesar de lo mucho que hemos avanzado con los milenios y superar esas limitantes que, todavía, no nos hacen ideales pero, si no nos destruímos antes con bombas de hidrógeno, vamos por buen camino.

Les agradezco mucho que sacaran de su valioso tiempo para leer este post y espero que les haya servido como informativo.

Acá estoy, siempre a su servicio.