Por qué no me gusta Haruhi Suzumiya

in spanish •  9 years ago  (edited)

Entiendo que haya algunos que consideren La melancolía de Haruhi Suzumiya una obra maestra en el anime y que Kyoto Animation, compañía que realiza el anime a partir de las novelas ligeras de Nagaru Tanigawa, pueda asegurarse ingresos continuos con cada producto que saquen de la Brigada S.O.S. Porque el anime, pese a sus muchos defectos, entretiene y para los chicos les ofrece fanservice.

La premisa de por sí es buena: una chica de secundaria obstinada por encontrarse con extraterrestres, viajeros en el tiempo y gente con poderes sobrenaturales, quien funda un club y acaba reclutando sin saber a esos individuos que ella tanto ansía conocer. Estos, a su vez, están interesados en ella debido a las anomalías en la realidad que es capaz de producir: alteraciones en el espacio y el tiempo. Es decir, altera la realidad de acuerdo a sus deseos inconscientes. En medio de todo este grupo de seres extraordinarios, está el narrador y verdadero protagonista de la historia, Kyon, el chico común y corriente del que Haruhi se ha fijado.

Las novelas ligeras tienen once volúmenes y no se ha acabado la historia, pero el único verdaderamente memorable es el primero, que sirve como introducción a los personajes y ofrece un conflicto interesante: Kyon descubre que su realidad ha sido creada por Haruhi, que ella es una especie de dios y que los miembros del club improvisado se unieron con el propósito de observar a Haruhi, luego, tan común y corriente como es, deberá salvar al mundo de una manera peculiar.

Las demás volúmenes son agregados que no resuelven ni aportan nada relevante a la historia, al punto de que esta pregunta se vuelve importante: ¿hacia dónde nos lleva Nagaru Tanigawa con las vivencias de Haruhi Suzumiya? Porque, a partir del segundo libro —adaptado también al anime—, es solo una serie de chicos del instituto con sus complicaciones amorosas, con la casualidad de que estos no son seres humanos normales y que siguen a una líder tiránica, temperamental y egoísta. La melancolía de Haruhi Suzumiya se queda plantada en más de lo mismo: clichés, fanservice, personajes estereotipos, sin profundidad en los personajes, y tampoco en las acciones o su mundo. No consiguió salir de lo típico para convertirse en una historia memorable dentro del anime, lejos de la excitación de los fanáticos.

Uno de los defectos del anime es su profunda disposición para ser repetitivo: los mismos personajes pero con otros diseños viviendo situaciones parecidas o incluso idénticas. Claro, se ha probado que es una fórmula que funciona, que genera fanáticos y ganancias. Cada temporada ofrece series dentro de ese molde que en la siguiente temporada pasarán al olvido.

Creo que lo que más adolece en Haruhi es la planicie de sus personajes. Viven situaciones diversas, pero siempre bajo el estereotipo de anime que les corresponde: Yuki es la kuudere, personaje frío e inexpresivo, mientras que Mikuru es la chica moe, llorona, torpe, sin rastro de voluntad, de tetas enormes y que —para gusto de Kyon—, Haruhi obliga a vestir con trajes de sirvienta o de conejita. Luego está Koizumi, el chico misterioso que sonríe ante todo. De este no hay mucho que decir, porque la atención de Kyon, el narrador, se concentra en Yuki, Mikuru y en Haruhi: chicas lindas que orbitan alrededor del protagonista y que podrían sentir alguna atracción por él —de Haruhi, en realidad, es canon—.

Como ya he dicho, Kyon es el chico normal, pero también es el “príncipe azul” que rescata a la “doncella dormida”. Y Yuki, Mikuru y Haruhi necesitan ser rescatadas de distintas maneras, influenciadas y cautivadas por el aparente encanto de Kyon.

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