Parecerá un poco estúpido pero, el cumpleaños número diecinueve de Mía fue una verdadera locura...
También me parecía gracioso el hecho de que los días estuvieran pasando realmente muy apresurados. Luke debía tener más o menos 60 días de desaparecido. Dos meses sin saber de él. Pues si mis cálculos y mi memoria no me fallaban, el desapareció un 22 de abril, día viernes. Y eso, me afectaba más de lo que podía parecer.
Tendría que preguntarle a Clara cuando exactamente el dijo que se quedaría conmigo a dormir.
En fin.
La cosa es que ya era 22 de Junio, o sea, era el cumpleaños de Mía.
Por lo que Alex, Ally, Victoria y yo estábamos ahora mismo en la casa de ella, mientras su montón de hermanas la llevaban a maquillarse y a alistarse para su gran día.
Mía LeQueer tenía mucha familia, por lo que era un poco grande su casa y por eso, estaba pérdida en este gigantesco hogar, para completar, no encontraba a los demás. Si no mal recuerdo, creo que estaba en el segundo piso, pues era lo único que recordaba que hice después de subir las infinitas escaleras.
Me encontraba en un pasillo, y en cada pared que veía había más que una y otra habitación. Estaba más que confusa y perdida, aunque de una a otra cosa, recordé esos tiempos en los que Mía y su familia estaban en momentos difíciles.
No tenían esta gran casa, ni la cantidad de comida que tenían ahora. A veces Mía se quedaba en mi casa porque no tenía una cama en la cual dormir. La apoyé mucho en esos días de sufrimiento. Me alegro mucho que ahora el esposo de la señora LeQueer haya obtenido un nuevo empleo en una empresa conocida.
—Arianita Camilita—escuché una voz aterradora en mi oído izquierdo.
— ¡Ah! —grité mientras pegaba un salto.
Giré mi cuerpo en dirección a esa voz proveniente (que era terriblemente escalofriante) y solo era Alex imitando la voz terrorífica de una de las películas de Actividad Paranormal que vimos un jueves cuando aún estaba Luke.
Apostaría a que mi ceño se frunció a uno molesto, mientras sentía mi cuerpo arder por la furia.
— ¡Alex! —le grité. El solo se reía como loco, parecía un lunático con retraso; o más bien, una morsa atragantándose.
— ¡Hubieras visto tu cara!—reía y solo reía, también apuntando mi cara. Este chico estaba verdaderamente loco.
—Sí, sí, bueno—dije con fastidio. — ¿Dónde está Ally y Victoria? —y así como le pregunté su cara cambio tan drásticamente qué pensé que su risa fue totalmente falsa.
—Qué se yo. Desde que entré aquí quedé totalmente perdido—levantó sus brazos en forma de "no sé"
Suspiré muy hondo.
Yo también había quedado pérdida desde que entré. Me imagino que la monjita Ally quedó pérdida en algún rincón de esta gigantesca casa rezándole a Dios para que salga viva y la lunática de Victoria estaría retocando su maquillaje frente un espejo.
—Aún así tenemos que decorar. Mía invitó a mucha gente a su fiesta.
Corrección: A toda la universidad.
Es más suertuda, ya que los señores LeQueer estarán trabajando hoy y quedarán sus hermanos pequeños con la tía Gina.
— ¿Que haremos? Supongo que Ally está en alguna habitación pérdida y Victoria por allí en el infinito y más allá—pronunció Alex con fastidio mientras se peinaba el cabello hacia atrás.
—Búscarlas —dije con simpleza.
Fue como así terminamos buscando a Ally y a Victoria por toda la casa LeQueer. Después de varias horas, por fin las habíamos encontrado en un baño de la planta baja. Ahora nos encontrábamos en la sala principal decorando. Nos quedaban dos horas para arreglarnos. Pero siendo sincera, no me gustan las fiestas, aunque, no podía evitar hacer feliz a Mía. Y así pasaron las horas y eran las 6:16 pm.
— ¡Por fin terminamos! —Gritó Ally de felicidad dejándose caer en el sofá.
El alcohol estaba en la cocina, como también las gaseosas y la comida chatarra, la música estaba en el jardín junto a la piscina y las luces de neón estaban en la sala principal.
—Llegó mi parte favorita—exclamó con emoción Victoria. Ally y yo esperamos a que hablara. Alex solo veía a un gusanito—. ¡Prepararnos y ponernos sexy para la fiesta! —y si, cuando se trataba de moda, no había como Victoria González.
Pasaron los minutos y estábamos lindas y sexy como dijo Victoria. Mía no había llegado pero, la llamamos y sus hermanas decían que ya estaría lista. Eran las ocho de la noche y la casa se podría decir que estaba considerablemente llena de engendros consumidores de alcohol, alias: adolescentes. La música se escuchaba al tope y Ally estaba charlando con un tipo rubio que al parecer se llamaba Troy. Victoria creo que estaba bailando en el jardín con unos chicos y Alex estaba en algún lado de la casa buscando comida.
Me encontraba sentada en uno de los sofás de la sala principal. Como dije, no me gustaban las fiestas. Preferiría estar practicando un libreto, o hacer un simple crucigrama del cual me aburriría después y botaría en la basura. Creo que algunos desearían matarme por lo que dije, pero no me arrepiento de nada.
Y es irónico, pues a Luke lo conocí en una fiesta. Ese día recuerdo que Mía y las chicas me suplicaron para que fuera a la fiesta de Peter Davis, si, el chico que trataba de conquistarme. Definitivamente no quería ir, pero, siendo específica, Mía me arrastró hasta al auto y no me quedó de otra más que obedecer.
—Esto es verdaderamente injusto—pronuncié furiosa con mis dos brazos cruzados, mis cejas fruncidas y mis músculos apretados, o bueno, mi intento de músculos.
Mía me había puesto en el asiento delantero con varios cinturones de seguridad improvisados porque pensó que me escaparía. Ally, Victoria y Alex iban atrás.
Lo peor de ese recuerdo fue: cuando habíamos llegado a la casa de Peter. No literalmente cuando llegamos, si no cuando le derramé mi bebida a Luke por error sin aún conocerlo.
Juro por Dios que sentía tanta vergüenza en esos instantes que podría haberme orinado en mis pantalones.
— ¡Oh por Dios! En serio que lo siento mucho. No quise... —pero no, ese chico tuvo la sensatez de interrumpirme.
No recuerdo muy bien pero, sé que no se había girado completamente hacia mí hasta que comencé a disculparme. Ese momento, ese preciso instante cuando se giró y mis ojos se conectaron con los suyos, fue la mejor circunstancia que obtuve en mi vida.
—Tranquila. Son cosas que suceden—pero no me importaban sus palabras. Estaba tan sumergida en esos ojos color esmeralda brillante, que simplemente no noté la noción del tiempo y lo estúpida que parecía al verlo. Sé que se trató de limpiar la camisa sin éxito alguno y después de darse cuenta de que no lo lograría, se atrevió a mirarme de nuevo. Esta vez más detalladamente.
—Soy Lucas Cruz, por lo que dice en mis papeles de nacimiento—expresó con burla y exten-
dió su mano para estrecharla.
Estaba tan nerviosa que me costó más de medio minuto en observar su mano, y otro medio minuto más en pensar si estrecharla. Deberá haber pensado que era una idiota en esa época.
—Ariana Vega—para ser honesta, no recordaba muy bien sí había pronunciado mi nombre, pero sé, que le dije algo y él solamente sonrió a gusto.
Lo máximo que recuerdo es que nos quedamos hablando un largo tiempo en casa de Peter. Todos bailaban, tomaban, se drogaban y nosotros hablábamos.
Hablamos de porque la vida era tan dura, de mis libros favoritos como los suyos, de nuestros escritores favoritos y de cosas como la reencarnación. Le conté pequeños secretos que yo le decía a Mía y él me contó pequeños secretos que le decía a uno de sus amigos, que creo que se llamaba Ken, pero, que ahora yo no recordaba en lo absoluto.
Disfrutamos de las canciones lentas que ponía el Dj pero, que rápidamente las cambiaba por las críticas del público. Me confesó que tuvo muchos problemas en el pasado y que tuvo una vida dura de la cual no quería recordar; yo le conté que fui víctima del bullying tiempo atrás y mi no tan dura vida en el pasado.
Nos abrazamos cuando tuvimos el suficientemente valor para hacerlo, y yo lo llevé a casa en el auto de Mía que fue cuando conocí a Clara por primera vez, que en ese entonces, no sabía que sería mi futura suegra. Pasamos una excelente y bonita noche.
Días después me enteré que había ingresado a la misma universidad que yo. Es uno de los r-cuerdos que mantendré por siempre.
—Damas y Caballeros—dijo mi querida amiga Victoria en... ¿¡Qué rayos!?
¿Desde cuándo hay un mini escenario en la sala?
Al parece no notó mi asombro, pero si notó el grito de muchas personas proporcionándolo. Todavía me sentía realmente confundida pero, decidí dejarlo de lado y permanecer quieta a ver que pasaba.
—Aquí está la inigualable, la belleza pura, la de cuerpo de dioses, la reina del estilo...Oh, esa soy yo, disculpen—todos rieron ante la equivocación de Victoria —. Aquí con ustedes la cumpleañera número 19... ¡Mía LeQueer! —todos gritaron eufóricos y alegres.
Mía entró por la puerta principal con sus hermanas y uno que otro hermano. Estaba hermosa.
Usaba un vestido no tan largo, pero si lo suficiente para llegarle antes de las rodillas; era negro y tenía un decorado de listón en la parte de atrás. La habían maquillado y le retocaron el cabello con mechas de color amarillo y unos pocos reflejos negros. Estaba muy sexy.
Típico de Mía.
Desde ahí todos bailaban y se emborrachaban.
Lo último que recuerdo de esa noche fue cuando subí y me fui a acostar en una de las habitaciones.
El siguiente día fue peor. Y no por que tuviera jaqueca, si no porque Mía, Victoria y Ally la tenían, y eso me daba jaqueca a mí.
Me levanté y por imaginación propia diría que eran las 10:00 de la mañana.
No tenía jaqueca ni dolor de estomago, pero si tenía aturdido mis oídos por la música increíblemente explosiva que habían puesto horas anteriores. Me fui al baño de la habitación y me encargué de hacer el aseo bucal. No me bañé porque le pediría primero ropa a Mía. Minutos después ya estaba afuera de la habitación y me encontré con la sorpresa de que todo estaba muy silencioso. Busqué por todos lados y a la primera que encontré fue a Ally, que estaba en una tina dormida en el segundo piso.
—Ally, Ally... Ally —no despertaba. Estaba segura que si audicionaba para papel de muerta lo conseguiría fácilmente.
—Troy...Troy —murmuraba dormida. Desde ahí supe que no se despertaría aunque hiciese lo que quisiese.
La dejé ahí y comencé a buscar a los demás.
A la segunda que encontré fue a Mía, que peculiarmente estaba en un mueble en el piso de abajo con unos papeles pegados a su barbilla. Y es increíble, pues pensé que la encontraría de última en un lugar inesperado.
Ok, era momento de prepararse para despertarla, la cosa más difícil en este mundo.
—Es hora de despertarse—le dije lo más cariñosa posible—. Es hora de ir a la escuela.
— ¿Qué? —dijo entre sueños confundida. Reí sutil.
A quien despertaba de esa forma había desaparecido. Mi sonrisa desapareció al recordarlo.
—Ya, ya voy Ari—murmuro irritada. Es cierto, empujarla hasta hacerla caer en el piso funciona.
La dejé tirada en el piso antes de que pudiera hacerme algo y comencé a buscar a Alex y Victoria.
La casa verdaderamente estaba un desastre. A penas podía caminar en ella sin hacer un poco de ruido.
A Alex lo encontré 30 minutos después, al darme cuenta que un poco de cabello negro sobresalía de uno de los armarios.
Pero simplemente no esperé encontrarme una carta.
Como dije, Alex Griffin estaba en un armario de la planta baja.
Estaba completamente dormido y su baba se derramaba por su boca. Había una carta en la chaqueta que usaba, que de verdad no sé de donde la sacó.
Yo estaba decidiendo si lo agarraba o no. Podría ser de él o de la persona que le dejo en su chaqueta.
Me equivocaba.
La carta era mía.
Es extraño volver a ensamblarse en esta historia, no dudo mucho de publicarla, pero a veces sintiera como si les estuviera regalando un pedazo de mi alma, es extraño :)
Pero como a mí me encantó mucho hacerla, espero que a ustedes también y me regalen su apoyo como yo les regalo esto :)
Nos vemos pronto.
Gaby.
Pero como a mí me encantó mucho hacerla, espero que a ustedes también y me regalen su apoyo como yo les regalo esto :)
Nos vemos pronto.
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Muchas gracias <3
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