¿CÓMO ENFRENTAR LA ENFERMEDAD? fuente

Cuenta una leyenda del siglo XIV en los tiempos cuando la peste negra arrasó el continente europeo y aniquilo a la cuarta parte de la población, que un viajero caminaba de noche hacia Londres. En la oscuridad encontró dos extraños con quienes conversó y pronto supo que uno era Peste y el otro Miedo. “En los próximos días vamos a eliminar a unas 10.000 personas en Londres” aseguro Peste. Entonces pregunto el viajero: “Tu ejecutaras la matanza, ¿verdad?”. “No”, replico peste de inmediato, “Yo quitare la vida a unos mil o dos mil. Miedo se encargara del resto”.

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  El principal enemigo contra el que se lucha en una enfermedad es el miedo. La incertidumbre de no saber a lo que hay que enfrentarse es lo que nos hace generar sufrimiento. La actitud que tome el paciente trazará el camino y el destino final. Proverbios 18:14 dice: “El ánimo del hombre soportará su enfermedad; Mas ¿Quién soportará el ánimo angustiado? He aquí algunos consejos para enfrentar la enfermedad y ayudar a otros en este proceso:

Ten una buena actitud al aceptar la situación lo antes posible. Evita adelantarte a los acontecimientos. Lo que está por venir solo Dios lo sabe, sigue todo paso a paso.

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Rodéate de tus personas más queridas, que te comprendan. El papel que los seres queridos desempeñan en la evolución de la enfermedad es determinante. Habla con ellos de tú enfermedad, de tus sentimientos y de tus expectativas.

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En la medida que puedas ocúpate en algo de utilidad, como leer, escribir, hacer alguna tarea doméstica o un hobby.

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Mantente con optimismo y esperanza, pero sin dejar de ser realista. Para evitar una seria decepción, si sufres alguna enfermedad grave, debes entender que el mal tiende a dejar secuelas y que una recuperación total y absoluta es imposible. Ajusta tus expectativas para alcanzar una mejora notable que te permita una calidad de vida razonable aunque no perfecta.

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Y por último no porque sea menos importante busca de Dios. Acércate sinceramente en oración a él y clama por tu sanación reconócelo como el único que puede darte la salud. Has como David escribió en el Salmo 6:2-7 rogando por misericordia, curación y liberación en un tiempo de gran angustia.

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“Ten misericordia de mí, oh Jehová, porque estoy enfermo: Sáname, oh Jehová, porque mis huesos se estremecen. Mi alma también está muy turbada; Y tú, Jehová, ¿hasta cuándo? Vuélvete, oh Jehová, libra mi alma; Sálvame por tu misericordia. Porque en la muerte no hay memoria de ti; En el Seol, ¿quién te alabará? "Me he consumido a fuerza de gemir; Todas las noches inundo de llanto mi lecho, Riego mi cama con mis lágrimas. Mis ojos están gastados de sufrir; Se han envejecido a causa de todos mis angustiadores."

Sobre todas las cosas recuerda que en medio de la batalla no estás solo. Jesús prometió no abandonarte en el lecho del dolor sus palabras fueron  “Y yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28:20).

Bendiciones,