Cuando entramos para acostarnos y alumbramos la carpa, nos conseguimos con la sorpresa de que El Terco se había vomitado sobre sí mismo como si fuera un volcán, tenia los brazos cruzados sobre su pecho y estaba embarrado de vomito, dentro de la carpa olía a puro vomito, y todos empezaron a decir vainas, coño y ahora como vamos a dormir con ese carajo todo vomitado, yo duermo a su lado dijo Cayú, yo les dije, bueno pana eso le puede pasar a cualquiera, además somos amigos y debemos ayudarlo, yo dije hay que lavarlo y cambiarlo de ropa, quien me ayuda, todos se hacían los locos para no ayudarme y me les arreché, que les pasa, vamos a lavarlo no joda, Cayú y Ponqué se me acercaron y me ayudaron a quitarle la franela y el short, lo dejamos en interiores y lo llevamos al río. Nos íbamos mojando con la lluvia pero como todos andábamos en traje de baño no le parábamos bola a la lluvia, entre los tres lo bañamos y ni se enteró que lo bañábamos, estaba inconsciente, lo trajimos de regreso a la carpa, como pudimos sacamos la arena vomitada y tapamos la que podía haber quedado vomitada con arena limpia, vestimos al Terco y lo volvimos a acostar y se durmió enseguida.
(http://www.iurd.com.ve/blog/2013/04/18/litoral-central/)
En el orden que estábamos dentro de la carpa era el siguiente, de primero al lado de la entrada estaba El Terco, después Cayú, luego Ponqué, luego yo, Julián y Nano al final, dormíamos cómodos relativamente, habíamos acomodado la arena para acostarnos pero yo no sabía lo jodido que es dormir en la arena, ya estando todos acostados, pasaron como 10 minutos y Cayú dice, coño algo se está moviendo dentro de mi cobija, yo le dijo, eso no es nada, duérmete, y pegando un grito dice, coño hay algo y se levantó de golpe, yo lo alumbré con mi linterna y Ponqué también dijo, sí, yo también sentí algo, cuando Cayú quitó su cobija vimos un tremendo cangrejo, era inmenso, la caparazón era como del tamaño de un plato de color azulado con unas tremendas tenazas, se debe haber metido cuando estábamos pescando, verga dijimos, yo creo que el cangrejo se asustó mas con nosotros que nosotros con él, el cangrejo se movió rápido hacia los morrales y se escondió entre ellos, estábamos todos bien asustados pero a la vez muertos de risa, Ponqué y Julián lo buscaban, yo alumbraba y Cayú pendiente con una bolsa grande para agarrarlo, El Terco dormido y el pajuo de Nano ni se movía para ayudar, cuando logramos verlo Cayú lo agarró y lo metimos dentro de la bolsa, Julián y yo lo llevamos hasta los cocoteros (que era un espacio como de unos 100 metros cuadrado de puras matas de coco o palmeras), lo soltamos y regresamos a la carpa a intentar dormir, ya a eso de las 3 de la madrugada caía un diluvio, y comenzamos a oír como el río sonaba horrible, nosotros estábamos como a unos 30 metros de la ribera del río (gracias a Dios) el agua encharcaba todo el lugar, se oía como se movían las cocoteros y caían cocos como bombas por todos lados, sobre nuestra carpa cayeron varios pero como estaba bien construida aguantó los golpes.
A eso de las 3:30 de la madrugada, entró Camilo a nuestra carpa y nos dijo, coño se está cayendo el cielo a pedazos y a nuestra carpa se le está metiendo el agua, denos un espacio para acomodarnos todos aquí, a mi me dio arrechera y le dije, ahora si quieren un espacio después que nos jodieron con la lona y se burlaban cuando hicimos la carpa, coño chamos ustedes si son rebeldes no joda y sin esperar a que le dijéramos que si se fueron pasando todos con morrales y todo, cuando ya todos estaban dentro estábamos bien apretados unos con otros, nos decían coño arrímense más para que quepamos todos, bueno todos nosotros los que estábamos en nuestra carpa protestado y murmurando nos movimos y ellos se acomodaron, el aguacero era cada vez peor, el ruido del río cada vez más fuerte y terrorífico, los cocos caían sin parar, la oscuridad era total, Peter quedó en la entrada y no podía acomodarse bien, intentó entrar mas y agarró una pierna y dijo, de quien es esta pierna, yo alumbré y le dije, del Terco, se movió mas adentro y dijo, y este brazo, yo lo volví a alumbrar y le dije, del Terco, ya en un último esfuerzo logro entrar y dijo, y este pie, yo alumbré y le dije, del Terco, Peter dijo, coño ese Terco está regado por toda la carpa no joda, bueno pana acomódate como puedas le dijo Julián, ustedes nos sacaron el culo con su carpa y ahora quieren que les demos todo el espacio aquí en la que hicimos nosotros.
La madrugada fue transcurriendo lentamente, parecía interminable, si por lo menos fuese de día podríamos ver y estar más tranquilos, la lluvia era como un huracán, llegaba por todos lados y gracias a Dios habíamos construido bien nuestra carpa y gracias a la zanja no nos inundamos, la mayoría de nosotros no se dormía, solo el Terco que al final ni se enteró de todo ese desastre que vivíamos.
Ya eran las 5:45 y comenzaba a aclarar y también la intensidad de la lluvia a bajar, ya a las 6 de la mañana estaba claro y la lluvia desaparecía, ya a las 7 había cesado por completo la lluvia y comenzamos a salir de la carpa, aquella vaina era un desastre, había cocos y ramas de las palmeras por todas partes, estaba encharcado en algunos lugares, la otra carpa estaba llena de agua porque el ultimo que salió de ella no cerro el cierre y aparte de la que se metió por la lona del piso se metió también por la puerta principal, yo tenía curiosidad por el ruido que hizo el río toda la noche y me fui caminando junto con Julián y Cayú hasta la ribera del río y nos quedamos con la boca abierta, el ancho había crecido como en unos diez metros, el cauce igual, le había ganado espacio a la arena y lo que más me sorprendió fue que cuando llegamos el río tenia la desembocadura por el lado de la otra orilla del rio y no la orilla donde acampamos nosotros, y cuando llegamos también había un gran montículo de arena como de unos 20 metros en la orilla de nuestro lado, bueno, todo eso había desaparecido, el río se había llevado todo eso, el agua bajaba como muchos palos, ramas y basura de todo tipo, el mar mostraba una gran franja amarilla de la orilla hacia adentro de unos 50 metros aproximadamente, en fin, estuvimos a punto de ser arrastrados por la corriente de ese río y ni siquiera nos enteramos, el agua del cauce estaba como a unos 10 metros de donde teníamos las carpas, y ahí en ese momento fue que nos asustamos.
Yo ni siquiera sabía que los ríos crecían de esa manera cuando les llovía en las cabeceras y creo que ninguno de nosotros tampoco lo sabía, cuando nos íbamos a regresar a las carpas vimos a una gran cantidad de personas que estaban detrás de nosotros y todo el mundo comentaba y murmuraba lo mismo que habíamos dicho, estuvimos a punto de morirnos todos y no nos enteramos dijo una señora que tenia a un niño cargado en sus brazos.
Lamentablemente lo que había sucedido nos había quitado el ánimo a todos, analizábamos el peligro que habíamos pasado y nos daba escalofríos, y tomamos la decisión de regresarnos, la lluvia no cesaba, ni cesó en toda la semana santa, y así era imposible disfrutar de unas buenas vacaciones, era jueves de la semana santa y llegaba mucha más gente, haciendo el espacio muy reducido para ubicar las carpas, decidimos regresarnos el viernes en la mañana, y pasamos todo el jueves metidos en la carpa porque la lluvia no paraba, la noche del jueves fue parecida a la noche anterior, con la excepción de que el río no creció más, al amanecer ya con todas nuestras cosas recogidas fuimos hasta el pueblo y tomamos el autobús que nos llevaría hasta punta de mulato y de ahí tomamos el que nos regresó a Caracas.