¿Quién no ha escuchado la palabra "candidato"? Esos aspirantes del poder que buscan o se hacen con el favor popular para ocupar un cargo, tanto en las estructuras públicas como en las privadas. Son, en política, muchas veces denostados por la sensación de hipocresía, de contorsionismo verbal y de promesas superfluas que profesan indiscriminadamente con el propósito de alzarse con el poder para luego dejar en el olvido a quienes constituyeron su apoyo.
El Diccionario de Autoridades los define como: "el que pretende y aspira o solicita conseguir alguna dignidad, cargo o empleo público honorífico".
Tradicionalmente, el candidato es quien aspiraba a ser parte de la estructura de la "cosa pública", es decir, de la República. Hoy, hay candidatos para concursos privados y su uso no sólo se ha extendido de área, también se ha hecho común.
Pero, según el diccionario etimológico de Ricardo Soca, candidato procede del latín candidatus «el que viste de blanco», derivado del verbo candere «ser blanco», «brillar intensamente», voz con la que se designaba en Roma a quienes se presentaban como aspirantes a cargos públicos.
Se hacía porque los aspirantes (candidatos) debían cambiar su toga habitual por una túnica de color blanco (candida) y se exhibían públicamente, como un gesto o muestra de la pureza ética y de la honestidad.
Y tú, ¿crees que los candidatos que has visto hoy en día hacen honor a la concepción clásica de la palabra que los define?