Hola, queridos Steemians. Este es uno de esos días en los que me vuelvo loca -más de lo usual- y hago dos publicaciones el mismo día.

Hoy continúo con mi trabajo sobre el instituto mental situado en las faldas de los Alpes bávaros. Aunque en principio este poema iba a tratar sobre un personaje ficticio, al final resultó en una aglomeración de personalidades que, debido a su estado de salud -no sólo la mental- decidieron quitarse la vida; cada uno de diferente manera. Espero haber sido lo suficientemente clara en mis referencias para que así, quien sea admirador de los hombres y mujeres aquí representados, los reconozca al momento.

Recuerdo haber leído en alguna parte, no me pregunten dónde, por favor, que no alcanzo a recordar; que la forma de quitarse la vida tiene que ver mucho con la personalidad y que un porcentaje muy bajo de suicidas deja una nota a sus allegados explicando sus razones.

El club de los suicidas

Ellos me enviaron aquí tras atraparme en el acto de tragarme más de la dosis necesaria. El frasco reposaba casi vacío junto a mi cama.
Nadie me explicó que debía agregar un ingrediente más al jugo que me haría dormir para siempre.
Tras ser forzada a vomitar, enfermeros de gran tamaño me arrastraron a esta habitación contra mi voluntad. Como un infante sin derecho a replicar. Al recibir un portazo en la cara y dar la vuelta pude ver que no era la única en el salón de fiestas.
Gente igual o peor que yo
Más incompetentes que todos los asesinos del lobo noble que alguna vez invadió este país. No saben cómo manejar sus vidas ni menos arreglarlas.

El personal de esta fina institución, más preocupado por el desarrollo de una tanatofilia en cadena que por la seguridad de las almas bajo su cuidado, decidió encerrar en un mismo cuarto a los miembros de este club tan selecto, no nos permiten saber nada de los otros ni tomar notas. Uno se vuelve creativo cuando se trata de eliminar a la competencia y a la gente indeseable que no entiende indirectas, cuánto más si lo que se busca es detener el propio sufrimiento. La vida es dura por naturaleza. Si no me creen sólo miren las noticias. Ellas demuestran que la vida no está hecha para niños.

Tragar placebos no es la única forma de abandonar el cuerpo enfermo.
Según comentan en la zona de juegos
Lanzarse por la ventana es un método infalible:
al llegar al piso no sientes dolor porque falleciste mucho antes de ser institucionalizado.
“Créame”, comentó un testigo ocular “después del salto las primaveras ya no son sombrías”.

En ocasiones, el mal que nos aqueja es como una hiedra: se aferra en cada pulgada de piel de nuestro cuerpo. Su principal objetivo es la cabeza. La mujer que maúlla sabe muy bien esto. Ella se ama por lo que piensa y sabe de sí misma.
La hiedra alcanzó el claustro, la entretela de lo que es y el escudo de lo que guarda.
Un par de sorbos de cloroformo son suficiente brindis para una vida dedicada a la lucha.
A final de cuentas, es su vida. Sabe qué hacer cuando el camino llega a su fin.

Dicen que los jóvenes saben cómo divertirse,
Esa es la esencia del espíritu adolescente:
Un día quieren una cosa al siguiente hacen otra y son felices viviendo de esa forma.
Un instante son felices, todo les parece hermoso y al siguiente opinan lo contrario.
Si es así, dime, ¿Para qué es el litio que beben día tras día y sin el cual no pueden dormir?
¿Por qué algunos lo resuelven aislándose y volándose la cabeza?

No todos los bardos pasan a la posteridad,
No todos buscan calentar el corazón de quien los descubre ni menos
Esperan ser comprendidos en la primera cita a ciegas.
El martillo del tiempo no templa a todas las mentes de la misma forma.
Los campos del insomnio se han vuelto estériles. El día tiene demasiadas horas.
Todos los idiomas de la tierra no llegaron a una aproximación exacta a la soledad.
La máquina de poetrías se cae a pedazos. Cada voz es una explosión que retumba en la cueva en la que engendra los versos más oscuros de Nueva Andalucía.
La muerte lo cubrirá con sus alas cuatro soles después de cerrar mal este ciclo de su alma.

Fuente

La pintura que elegí para ilustrar mi idea del patio de aislamiento es La ronda de los presos, cortesía de Vincent van Gogh, quien también se encuentra habitando las paredes del instituto.

Gracias por leer