De vez en cuando a la familia se le da por festejar algo, no es muy habitual que nos encontremos en algún restaurante pero hay ocasiones especiales en las que amerita gastar bastante más en un almuerzo o cena disfrutando de una buena cocina, una copa de excelente vino y la compañía de los seres queridos.
En los últimos tiempos se ha tornado costumbre asistir a un restaurante español propiedad de una agrupación de residentes de ese país en el mío y pertenecientes a la localidad de Asturias.
El apellido y los orígenes de la familia de mi esposa son de esa región y pese a que yo me inclino más por la comida italiana (posiblemente por mi ascendencia) no puedo dejar de reconocer que la cocina española es de las mejores.
Los platos típicos son todos en base a pescado, por supuesto al ser un país prácticamente rodeado por dos océanos preparan la pesca como pocos y cuando uno va a esos lugares lo mejor que puede hacer es pedir justamente algún pescado o guiso confeccionado con mariscos y otros frutos del mar.
He notado que la concurrencia generalmente es de gente de edad avanzada, probablemente porque desde hace muchos años la inmigración española se ha detenido y hoy, a la inversa, somos nosotros los que emigramos hacia Europa en busca de un destino mejor, son los tiempos que corren. Entonces los socios e invitados que van a comer al restaurante son españoles que vinieron hace muchos años en busca de la “América”, eso también demuestra que sus hijos no mantienen las tradiciones de sus mayores o que se han vuelto. Bueno en realidad son suposiciones mías al ver en cada oportunidad que visito el lugar que la mayoría de los comensales son mayores. También puede ocurrir que la gente más joven busque lugares más modernos con platos y cocineros que utilizan las últimas técnicas e insumos, hoy se oye hablar de cocina fusión, de cocina molecular y otras variantes gastronómicas que atraen a determinado público.
Pero no quiero entrar en disquisiciones o discusiones, solo mencionar que el lugar tiene una ambientación característica y sobria, que la comida es estupenda así como la carta de vinos y la de los postres que merece una mención especial, que es muy recomendable pese a que siguen elaborando los mismos platos que cocinaba la abuela de mi esposa cuando vino al país allá por la década de 1920.
Si bien pienso que la cocina italiana tiene sus buenas cosas no me disgusta para nada la española y más todavía si es en compañía de la familia que se reúne para festejar y compartir algún acontecimiento no común.
La paella es una verdadera exquisitez!
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